El primer paso hacia el gozo es una súplica de ayuda, un reconocimiento de destitución moral, una admisión de insuficiencia interior. Cuando alguien prueba la presencia de Dios es porque se ha declarado en bancarrota espiritual y está consciente de su crisis espiritual. Su alacena está exhausta. Sus bolsillos están vacíos.
Sus opciones desaparecieron. Desde hace mucho tiempo dejó de reclamar justicia; ahora implora misericordia…
Le pides a Dios que haga por lo que no puedes hacer sin Él. Has visto cuán santo es Dios y cuán pecador eres, y has convenido con la declaración de Jesús: «Para el hombre es imposible».
Ah, la ironía del gozo de Dios: nace en el reseco terreno de la destitución en lugar del suelo fértil de la realización.