«lo suficientemente limpio» |
En la recepción te dicen que el buen doctor está terminando una operación de triple derivación, y que tomará unos cuantos minutos más. Tú miras el reloj en la pared que marca las 12:49 a.m. Preocupado ante la posibilidad de quedarte atascado en medio de la multitud en el restaurante, decides hablar personalmente con el doctor. Caminas directamente a la sala de operaciones y te metes entre el cirujano y la enfermera que lo está asistiendo con los instrumentos.
«¿Cuánto tiempo más crees que vas a estar aquí?» –preguntas mirando su reloj. Luego vuelves la mirada a tu amigo que está usando una máscara, una bata y guantes quirúrgicos.
Esta ilustración destaca lo absurdo de dos conceptos diferentes de estar «suficientemente limpio». Para ti, estar limpio significa haberte dado tu ducha diaria, usar ropa limpia y lavarte las manos. En tu propia opinión, ciertamente estás aceptable.
Pero ante los ojos del equipo de cirujanos (y del que está siendo operado) estás mal preparado para entrar en su presencia. Traes bacterias no deseadas en la suela de los zapatos, exhalas gérmenes en el aire, y tus ropas limpias disipan otras criaturas microscópicas.