Jeremías 11:20 nos dice que Dios prueba nuestros corazones, emociones y las facultades de la mente.
Cuando queremos probar algo, ¿cómo lo hacemos? Le ponemos presión para ver si hace lo que dice que hará; esperamos para ver si soporta la presión. Dios hace lo mismo con nosotros. Cuando oramos, pidiéndole que nos use y nos ponga en posiciones de liderazgo, su respuesta es: "Déjame probarte primero. Déjame ponerte a prueba".
Probar algo significa mostrar su veracidad o autenticidad por medio de un experimento, una prueba o un examen. También significa comparar algo con un modelo. Una de las maneras en que Dios nos prueba es al solicitarnos que manifestemos lo que decimos que sabemos. El mero conocimiento mental no es suficiente. Si no podemos producir hechos, el conocimiento mental no significa nada.
Deuteronomio 8:2 dice que Dios guió a los israelitas en el desierto durante cuarenta años para humillarlos, para probarlos y ver si guardarían sus mandamientos. Las pruebas generalmente no llegan en los buenos tiempos. Llegan en los tiempos difíciles porque no todo lo que Dios nos pida que hagamos va a ser fácil. Por eso nos prueba para ver si estamos listos y somos capaces antes de elevarnos a un mayor nivel de responsabilidad.
Así que todos los días en nuestro camino surgen muchas cosas que no son sino pruebas. Por ejemplo, a veces, cuando tenemos que esperar para sentarnos a una mesa de un restaurante y después tenemos una mala comida, eso es una prueba. Otras veces, cuando vamos a ocupar un lugar en el estacionamiento y alguien pasa zumbando y lo ocupa, eso es una prueba. A veces, cuando nuestro jefe nos dice que hagamos algo que no queremos hacer, eso es una prueba.
Santiago 1:2-4 dice que la prueba manifiesta lo que hay en nosotros. En tiempos de pruebas, nos conocemos más y conocemos lo que somos capaces de hacer. Pedro no creía que pudiera negar a Jesús, pero cuando fue puesto a prueba, eso fue exactamente lo que hizo (vea Lucas 22:60-62). A Dios no le impresiona lo que decimos que vamos a hacer; le impresiona lo que probamos que haremos bajo presión. No somos ascendidos en el ministerio porque tengamos nuestra Biblia subrayada en dos colores. Somos levantados en la vida y en el ministerio, porque hemos sido evaluados y puestos a prueba, y hemos aprobado nuestros exámenes.
--Tomado de La Biblia de la vida diaria, de Joyce Meyer.