En el ranking de las prácticas típicamente femeninas, el mirarse al espejo ocupa el primer lugar en el podio. La cosa cambia cuando se revisa la cara interior, la cual a simple vista no se ve. Sin embargo, tener una perspectiva clara de vos misma es el primer paso hacia el propósito de Dios en tu vida.
Cada mujer cuenta con un equipaje de costumbres, enseñanzas y responsabilidades que determinan sus decisiones. Ante las dificultades de la vida, la mochila se hace cada vez más pesada; para hacerlo más llevadero, puede haber un intento de ponerle “rueditas”. El fen-yui, el yoga, las terapias alternativas, los libros de autoayuda pueden brindar alivios pasajeros, pero hay sólo una fuente inagotable disponible. Jesús te dice “Yo soy el camino, la verdad y la vida… vengan a mi todos los trabajados y cargados y yo los haré descansar.”
Así como el arquitecto se sienta a dibujar el proyecto de una casa, como hijas de Dios debemos tomarnos el tiempo para edificar nuestro hogar, sabiendo que ahora tenemos la gracia de Dios para llevar a cabo Su voluntad.
Einstein dijo: “Si quieres resultados distintos, no hagas siempre los mismo.” Ya es suficiente con los fracasos obtenidos por el clásico estilo “a mi manera”. Es tiempo de adoptar una nueva modalidad eficaz y restauradora, muy valiosa e imposible de pagar, pero gratis para todas nosotras. La Palabra de Dios tiene todos los recursos y el poder necesarios para hacerle un cambio de look espiritual definitivo a nuestro ser interior.
Al aceptar a Jesús como Señor de nuestras vidas, nos convertimos en princesas, dejando atrás las cenicientas que solíamos ser. Es importante descubrir nuestro nuevo perfil real para vivir como al Rey Jesús le agrada. La adoración, la comunicación íntima con Dios en lo secreto, el estudio bíblico y el compañerismo en Cristo, son algunas piedras fundamentales en este nuevo proyecto de vida. Si bien tenemos este linaje por gracia, el cambio es gradual y requiere de paciencia. Las crisis y los fracasos pueden aparecer, pero nos deben servir para reflexionar y corregir lo que sea necesario. Cambiar la forma de pensar es clave para no amoldarnos a las costumbres de la gente que vive sin Dios y deleitarnos en la voluntad de Dios.
Querida amiga, seamos hacedoras de la Palabra de Dios, y no solamente oidoras, y recuerda, ser mujer no te hace mejor cristiana, pero ser cristiana te hace ser una mujer mejor.
Autor: P.O.
Publicado por Pat - www.hacedoras.blogspot.com