El problema con este mundo es que no es un mundo ideal. Claro, por ahora es lo que tenemos, pero no está hecho a la medida. Fuimos creados para vivir con Dios, pero en la tierra vivimos por fe. Fuimos hechos para vivir eternamente, pero sobre esta tierra vivimos por apenas un momento.
Debemos confiar en Dios. Debemos confiar no solamente en que Él hace lo que es mejor, sino en que conoce lo que está por delante. Piensa en las palabras de Isaías 57.1–2: «Perece el justo, y no hay quien piense en ello; y los piadosos mueren, y no hay quien entienda que de delante de la aflicción es quitado el justo. Entrará en la paz; descansarán en sus lechos todos los que andan delante de Dios».
¡Qué pensamiento! Dios los libra de los días malos venideros. ¿Puede la muerte ser un favor de Dios? ¿Puede la corona floral ser el anillo de seguridad de Dios? Con lo horrible que es la tumba, ¿será una protección de Dios frente al futuro?
Confía en Dios, insta Jesús, y confía en mí.
Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere,
tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
2 Corintios 5:1
Tomado del Libro Promesas Inspiradoras de Dios - Max Lucado