Todos nos equivocamos algunas veces. Equivocarse, errar el blanco, fallar, todos sinónimos de transgredir, pero en definitiva, es hacer algo que está fuera de los planes de Dios para nosotros. No es que Dios sea un déspota, sino que nos enseña qué cosas evitar para que nos vaya bien y tengamos una vida mejor que la que nos espera si diéramos rienda suelta al "hacer lo que yo quiera".
Comentemos faltas, unas mayores, otras no tanto, unas sin querer, otras a sabiendas... y éstas son las
habíamos logrado, quitado de un plumazo porque le fallé a Dios. Sin embargo, no importa lo que hayamos hecho, Dios nos perdona. Siempre está dispuesto a recibirnos nuevamente con sus brazos de amor, y siempre tiene una nueva oportunidad para nosotros.
¿Qué nos impide aceptar este beneficio, si es gratuito? Hay algo que necesitas saber, y es que muchas veces no queremos abandonar aquello que a Dios no le agrada... porque a nosotros sí nos complace. Y sí, el pecado tiene su encanto, es placentero, agradable, y hasta nos acostumbramos a practicarlo. Cuando en algún momento nos damos cuenta de que está mal, y buscamos con nuestros recuerdos la punta del ovillo para ver dónde comenzó, vemos que fue muy de a poco, y que hasta este punto, nos había gustado. Pero gracias a Dios que El nos ayuda a tener repulsión, y a reconocer con tristeza que hemos fallado. Esa tristeza que produce arrepentimiento, y que en definitiva, nos vuelve a encaminar en el Señor.
Amiga, no dejes que la culpa te atormente. Sigue adelante, tu Padre siempre está dispuesto a perdonarte. ¿Aún crees que hay algo que necesita ser quitado? pídele al Señor que te muestre qué es, tal vez necesites que alguien te ayude a ver mejor, alguien con algo más de madurez. Pero no abandones, no te estanques, no creas que se perdió todo. Dios tiene misericordia infinita y amor eterno para ti.
Pat MV