La Biblia nos dice que cuando Cristo ascendió al cielo, Él tomó el ministerio de Sumo Sacerdote de todos los que vienen a Él por la fe. "Este hombre [Jesús], por cuanto permanece para siempre tiene un sacerdocio inmutable" (Hebreos 7:24).
Jesús es inmutable: es el mismo ayer, hoy y siempre; mientras usted viva, Él será su Sumo Sacerdote en el cielo, intercediendo a su favor, y Él será su sumo sacerdote hasta que Usted vaya a casa para estar con Él.
Nuestro Sumo Sacerdote está sentado a la diestra del Padre, en la silla de autoridad: "Tenemos tal sumo sacerdote, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad" (8:1). Nuestro Sumo Sacerdote tiene todo el poder y la autoridad a su disposición.
Jesús está en la presencia del Padre en este momento e intercede por nosotros. Él se enfrenta a nuestro acusador y dice: "¡Te reprendo, Satanás, este es mío, porque ha sido rociado con m sangre. Él está seguro y su deuda ha sido pagada en su totalidad!" No obstante, creo que aun hay más para aprender sobre el maravilloso ministerio de nuestro Sumo Sacerdote a favor nuestro.
Era el deber y el privilegio del sumo sacerdote, en el Antiguo Testamento, venir desde el lugar santísimo y bendecir a la gente. El Señor dijo a Moisés: " «Habla con Aarón y sus hijos, y diles que de esta manera bendecirán a los hijos de Israel. Les dirán:» ¡Que el Señor te bendiga, y te cuide! ¡Que el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia! ¡Que el Señor alce su rostro sobre ti, y ponga en ti paz!"(Números 6:23-26). En otras palabras, después de que el sumo sacerdote llevaba la sangre al lugar santísimo la rociaba en el propiciatorio, luego agitaba el incienso, entonces debía salir frente al pueblo y bendecirlo.