Aunque no sabemos mucho de la vida venidera, una cosa es cierta. El día que Cristo venga será un día de recompensa.
Muchos que fueron y seremos desconocidos en la tierra serán bien conocidos en el cielo. Los que nunca oyeron los vítores de los hombres oirán los vítores de los ángeles. Los que no recibieron las bendiciones de un padre oirán las bendiciones de su Padre celestial. El pequeño será grande. El olvidado será recordado. Al incógnito se le coronará y al fiel se le honrará.