Aunque no sabemos mucho de la vida venidera, una cosa es cierta. El día que Cristo venga será un día de recompensa.
Muchos que fueron y seremos desconocidos en la tierra serán bien conocidos en el cielo. Los que nunca oyeron los vítores de los hombres oirán los vítores de los ángeles. Los que no recibieron las bendiciones de un padre oirán las bendiciones de su Padre celestial. El pequeño será grande. El olvidado será recordado. Al incógnito se le coronará y al fiel se le honrará.
En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar.
Juan 14:2
El Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego los que estemos vivos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados junto con ellos en las nubes para encontrarnos con el Señor en el aire. Y así estaremos con el Señor para siempre.
1 Tesalonicenses 4:16-17
Sirviendo de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres,
sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor, sea siervo o sea libre.
Efesios 6:7-8
En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo.
Filipenses 3:20