1:27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Dios miró desde la eternidad. Él te vio. Vio todo lo que había creado y todo lo que crearía alrededor tuyo. Vio la necesidad específica que estarías destinada a llenar en este mundo. Vio todo el conjunto de rasgos y habilidades que necesitarías para que se cumpliera el propósito de Dios en tu vida. Sabía qué tipo de ambiente sería necesario para que desarrollaras apropiadamente los dones que Él te daría.
Dios miró … y entonces creó. ¡Él te creó a ti! Y vio Dios que su creación era buena.
¿Tienes la misma opinión de tí misma? Es importante que aprecies la forma en que Dios te creó, porque otros te van a tratar de la misma manera que te trates a tí misma. Te van a respetar solo hasta el grado en que te respetes a tí misma.
Si atraes a personas que no te tratan bien, siento decirte que eres la principal sospechosa en este caso, ¿Qué tipo de mensaje envías que les permites tratarte tan mal ?A fin de que la gente te trate bien, debe haber algo en lo profundo de tu ser que envíe una señal que diga: «Soy alguien, porque Dios me hizo para ser alguien. Puede que no tengas veintiún años o vistas una talla siete. Puede que tengas setenta y uno y vistas una talla veintisiete. Pero soy alguien». Cuando envías una señal como esa, la gente la capta.
Hay algo que exuda tu espíritu que realza tu presencia en medio de la gente.
Una cualidad de la fuerza interior es lo que la hace atractiva; lo que hace que otras personas la reconozcan, le presten atención; lo que las mueve a preguntar cuando entras en una habitación: «Quién es ella». No preguntan porque su vestido sea muy elegante, sino debido al magnetismo que emanas de tu carácter. El proyectar ese tipo de fuerza no es arrogancia ni orgullo. Es un saludable sentimiento de autoestima y el poder del Espíritu de Dios que llevas adentro.
La forma en que te aprecia a tí misma ejerce un impacto sobre todo lo que haces. Afecta la forma en que te sientas en un aula, o solicitas un trabajo, o le hablas a la gente en una actividad social, o llevas a cabo el ministerio que Dios te encomendó. Puede aun afectar la forma en que oras y la manera en que estudias la Palabra de Dios. Si piensas que no eres nadie, que no tienes valor ni futuro, vas a orar con menos poder y vas a suponer que las promesas de Dios son para todo el mundo menos para ti.
Dios quiere que aprecies lo que quiso que fueras cuando te creó y que desarrolles lo que tle dio. No quiere que trates de cambiar lo que le dio por lo que dio a otro. Eres una combinación única de talentos y dones y carácter; y te corresponde un destino único sobre la tierra. ¡Eres una hija de Dios!
Tomado de la Biblia “Mujer Eres Libre” de editorial caribe. Pag 2.