El camino más famoso en el mundo, es la Vía Dolorosa, «la ruta de la tristeza». Según la tradición, es la ruta que Jesús tomó desde el palacio de Pilato al Calvario. La ruta está marcada por estaciones usadas frecuentemente por los cristianos para sus devociones.
Una de estas estaciones marca el paso del veredicto de Pilato.
Otra, la aparición de Simón para ayudar a llevar la cruz. Dos estaciones recuerdan las caídas de Jesús y otra sus palabras. Entre todas, hay catorce estaciones, cada una recordando los sucesos de la caminata final de Cristo.
¿Es la ruta verdadera? Probablemente no. Cuando en el año 70 d.C. y más tarde en el 135 Jerusalén fue destruida, las calles de la ciudad lo fueron también. Como resultado, nadie sabe exactamente cuál fue la ruta que Jesús siguió aquel viernes.
Pero nosotros sabemos dónde comienza este camino. Comienza no en el tribunal de Pilato, sino en los salones del cielo. El Padre inició su jornada cuando dejó su hogar para venir en busca nuestra. Inició la búsqueda armado con nada más que pasión para ganar tu corazón.
La búsqueda de la “tranquilidad” ha comenzado, ¡y de qué manera! Los seres humanos de las sociedades más desarrolladas consumen toneladas de tranquilizantes para lograr la paz del espíritu. No sólo recurren a las drogas, sino también a los libros que sirven de sedantes. Algunos de éstos se han convertido en “best-sellers” de la noche a la mañana, y han alcanzado una tirada de cientos de miles de ejemplares en una sola edición. Sus lectores son estimulados con urgencia a “lavarse el cerebro” y así comenzar el nuevo día diciendo: “¡Qué mañana tan estupenda hace! ¡qué esposa (o esposo) tan maravillosa tengo! ¡qué hijos tan encantadores! ¡qué desayuno tan saludable y delicioso me aguarda! ¡qué jefe tan simpático tengo en el trabajo! Pero tales “tranquilizantes de paz” (“peacefulizers”) pueden hacer más mal que bien. Contra ellos se alzan las siguientes objeciones:
Primera: Siempre que el consuelo prestado no se ajuste a la realidad, la paz mental que éste proporcione no tendrá efectos duraderos.
Segunda: Lo más difícil de quebrantar de todo es el pecado, y no hay estímulo mental o “pensamiento positivo” que pueda eliminarlo.
Tercera: La única paz que merece tal nombre es la paz con Dios y esta paz no puede ser autofabricada.
Cuarta: Esta confianza en los tranquilizantes, sean libros o píldoras, puede proceder de la falsa suposición de que el desasosiego espiritual o la lucha interior es un mal en sí mismo.
Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas,
dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo:
Esta es Sion, de la que nadie se acuerda. Jeremías 30:17
Hay dos tipos de heridas que puede tener una persona, las externas y las internas, causadas por golpes, accidentes, enfermedades, que se curan con medicamento y operaciones muchas veces, pero hay una clase de heridas que son difícil de sanar y son las heridas que están en el corazón.
Estas heridas las causa un ser humano a otro ser humano, a veces dándose cuenta y otras sin darse cuenta, hay muchas razones por lo que puede estar herida una persona, por talvez los golpes del esposo (sana el golpe externo, pero el interno sigue) tal vez alguien le dijo que no servia para nada, o que estaba muy fea, o que era un inútil, o que nunca iba a progresar, o por la preferencia de un padre hacia un hijo, o una mujer que la engañaron al decirle que se iban a casar con ella, o tal vez la misma persona se causa las heridas a causa de la maldad en su corazón y por el pecado.
Que sepas, en tu corazón, que hay otros que nunca te olvidan. Que siempre encuentres un arco iris después de una tormenta. Que celebres las cosas maravillosas que hay en ti. Y cuando llegue mañana, que puedas comenzar de nuevo. Que recuerdes cuántas sonrisas pueden llenar un día. Que creas que tus anhelos serán una realidad. Que encuentres tiempo para apreciar la vida y tiempo para compartir tu belleza espiritual. Que veas tu presente como un regalo, y tu futuro como otro más. Que agregues una página dorada al diario de cada nuevo día, y que puedas convertir " LA FELICIDAD ETERNA, EN ETERNA FELICIDAD.
1 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar todos los idiomas del mundo, y hasta el idioma de los ángeles. Si no tengo amor, soy como un pedazo de metal ruidoso; ¡soy como una campana desafinada! 2 Si no tengo amor, de nada me sirve hablar de parte de Dios y conocer sus planes secretos. De nada me sirve que mi confianza en Dios sea capaz de mover montañas. 3 Si no tengo amor, de nada me sirve darles a los pobres todo lo que tengo. De nada me sirve dedicarme en cuerpo y alma a ayudar a los demás.
El matrimonio entre un hombre y una mujer es parte del plan de Dios que incluye un tercer miembro dentro de la pareja: su nombre es Jesús. Los matrimonios que perseveran en la fe son aquellos que son duraderos, pues quien los une es el amor de Dios. No obstante, vemos a diario que las parejas tienen conflictos, y muchas terminan en separación o divorcio.
En cada matrimonio roto hay por lo menos una persona cuyo corazón está endurecido contra Dios. Cuando el corazón se endurece no hay visión de la perspectiva de Dios. Cuando somos desdichados en el matrimonio, sentimos que cualquier cosa será mejor que lo que estamos experimentando. Pero no vemos alcanzamos a ver la visión completa. Sólo vemos la forma en que está, no la forma en que Dios desea que esté. Sin embargo, cuando oramos nuestros corazones se vuelven suaves para Dios y recibimos una visión… Vemos que hay esperanza… Tenemos la fe de que Él restaurará todo lo que ha sido devorado y hasta destruido en el matrimonio.
La Biblia dice en Joel 2:25: “Yo les compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas". Podemos confiar en que Él, Dios, se llevará el dolor, la desesperanza, la dureza y la falta de perdón. Somos capaces de ver su habilidad para resucitar el amor y la vida de los lugares muertos.
Moisés Mendelssohn, el abuelo del conocido compositor alemán, estaba lejos de ser un hombre guapo. Además de ser bajo, tenía una grotesca joroba. Un día visitó a un comerciante de Hamburgo que tenía una hija encantadora llamada Frumtje. Moisés se enamoró desesperadamente de ella, pero a Frumtje le repugnaba su aspecto deforme. Cuando llegó el momento de irse, Moisés reunió todo su valor para subir las escaleras hasta la habitación de ella y tener una última oportunidad de hablarle. Aunque ella era una visión de celestial belleza, a él le causó profunda tristeza que se negara a mirarlo. Después de varios intentos de entablar conversación, le preguntó tímidamente si ella creía que los matrimonios se hacen en el cielo.
Te conozco perfectamente bien... Salmos 139.1 Sé cuando te sientas y cuando te levantas... Salmos 139.2 Todos tus caminos me son conocidos... Salmos 139.3 Pues aún tus cabellos están todos contados... Mateo 10.29-31 Porque fuiste creada a mi imagen... Génesis 1.27 En mi vives, te mueves y eres… Hechos 17.28
Si tú sabes que te amo, te protejo y te defiendo Soy Amor, siempre lo he sido nunca dejaré de serlo. Soy tu Padre Celestial por tí y por los tuyos velo; aunque tú me seas infiel, Yo siempre fiel permanezco. ¡Es tanto lo que te amo! Nunca podrás comprenderlo por eso me gozo en tí cuando me dices : te quiero. Me agradas cuando me hablas, cuando te tomas tu tiempo para confiar en Mí todo lo que llevas dentro.
Sigue confiando, espera, sigue amándome y sirviendo; son aquellos que me aman los que llevarán el premio.
Gracias, amado Señor Jesús, Por todo cuanto me diste en el año que termina, Gracias por los días de sol y los nublados tristes. Por las tardes tranquilas y las noches oscuras. Gracias por la salud y por la enfermedad, por las penas y las alegrías. Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste. Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga, por el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce, por las flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las almas buenas. Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes,
El León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido. Apocalipsis 5:5
Disfruté cada línea de este cuento de C.S.Lewis, un maestro de la pluma con corazón cristiano, que da a conocer al Señor a través de su bellísima obra.
En "El león, la bruja y el ropero", cuatro niños entran a Narnia, un mundo diferente al que ellos pertenecen. Y allí vive Aslan, el león, a quien, dentro de la historia, podríamos comparar con el Señor Jesús.