Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas,
dice Jehová; porque desechada te llamaron, diciendo:
Esta es Sion, de la que nadie se acuerda. Jeremías 30:17
Hay dos tipos de heridas que puede tener una persona, las externas y las internas, causadas por golpes, accidentes, enfermedades, que se curan con medicamento y operaciones muchas veces, pero hay una clase de heridas que son difícil de sanar y son las heridas que están en el corazón.
Estas heridas las causa un ser humano a otro ser humano, a veces dándose cuenta y otras sin darse cuenta, hay muchas razones por lo que puede estar herida una persona, por talvez los golpes del esposo (sana el golpe externo, pero el interno sigue) tal vez alguien le dijo que no servia para nada, o que estaba muy fea, o que era un inútil, o que nunca iba a progresar, o por la preferencia de un padre hacia un hijo, o una mujer que la engañaron al decirle que se iban a casar con ella, o tal vez la misma persona se causa las heridas a causa de la maldad en su corazón y por el pecado.
Dice la palabra en Jeremías 30:12-14 “Porque así ha dicho Jehová: Incurable es tu quebrantamiento, y dolorosa tu llaga. No hay quien juzgue tu causa para sanarte; no hay para ti medicamentos eficaces. Todos tus enamorados te olvidaron; no te buscan….”
En este pasaje Dios le dice a Israel “no hay medicamentos eficaces para sanar el quebrantamiento”, a veces las personas van con psicólogos para tratar con este problema y lamentablemente no pueden curar estas heridas, pero en el versículo 17, Dios le dice a Israel “yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas, dice Jehová…”
El único que puede sanar nuestras heridas es Jesucristo el dijo en Lucas 4:18 “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón…”
Mujer con visión y poder, si hay heridas en tu corazón, no dejes que se hagan mas grandes y profundas, y que por esa causa brote en tu vida una raíz de amargura, hay algo que tu tienes que hacer: perdonar y pedirle a Dios, que a través del Espíritu Santo, sane tu corazón, en el nombre de Jesús, ya que El sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas (Salmo 147:3).
Alejandrina López