La vida cristiana es como andar en bicicleta: al principio te cuesta mantener el equilibrio, vas con inseguridad, te caes una y otra vez, te vuelves a levantar y sigues adelante. Así mismo en la vida de creyente, cuando recién comenzamos a conocer a Jesús y su Palabra podemos trastabillar y caer con mucha facilidad.
Con la práctica, las ruedas empiezan a permanecer alineadas en el camino, y ya no nos tiembla la mano para dirigirla, al punto que disfrutamos el andar sereno y el viento en el rostro.
Y no te asustes si te das algún golpe de vez en cuando. Los mejores ciclistas tienen caídas. Los más experimentados cristianos caen a veces. Lo importante es no abandonar la carrera. Seguir adelante, tomada de la promesa que Dios te da en el Salmo 138:8 "Jehová cumplirá su propósito en mi". Lo que Dios se ha propuesto contigo, El lo llevará adelante. Y te dice "Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo".