La culpa te roba la paz.
La paz sólo viene a través del perdón.
“Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.”
Salmos 32:5La vida está llena de fechas de vencimientos, que no dan tregua, ni ampliación de plazos, deudas que adquirimos muchas veces por una falsa idea de estatus o en muchas ocasiones, nos endeudamos por necesidad.
Cuando se cancela una deuda, genera satisfacción ya que nos hay más recordatorios, recibos ni llamadas telefónicas, pero todo es mejor si, ya sea por un sorteo o por un concurso se nos absuelva o cancele la deuda antes de finalizar. De igual forma es el perdón. No hay nada mejor que ser perdonado, ser liberado de una carga, de una deuda.
El sentimiento de C-U-L-P-A es de los asesinos más silenciosos que existen y que van dañando al ser humano, quitan la paz, llenan de amargura el corazón. Es por eso que Dios pide que dejemos que él se haga cargo de nuestras cargas. La Biblia está llena de amor y por ende, de perdón. Perdonar es liberar.
David habla del perdón en el Salmos 32:1: “Dios mío, tu perdón nos llega a todos como una bendición; tu perdón borra nuestros pecados y rebeldías.” En Isaías 43:25 manifiesta: “Pero yo, que soy tu Dios, borraré todos tus pecados y no me acordaré más de todas tus rebeldías.”
Dios está dispuesto a perdonar al hombre, pero existe una acción que el hombre debe hacer: “¡Lávense, límpiense!, ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal!” Isaías 1:16. No dice que existe una cantidad máxima de pecados que perdonar, su misericordia es sin límite “El amor del Señor no tiene fin, ni se han agotado sus bondades.” Lamentaciones 3:22.