La sal representa nuestra manera de hablar y los términos que usamos al hacerlo. El libro de los Proverbios nos dice que el poder de la vida y de la muerte se encuentra en la lengua. Las palabras sin sal pueden ser de muerte, desprecio, enojo y rechazo. Esta idea impacta mucho mi vida, porque soy una persona que tiende a hablar bastante, y me tengo que preguntar si mis palabras están produciendo vida o muerte en los oyentes.
En las narraciones bíblicas, la palabra hablada recibe un lugar de mucha importancia: Dios habló, y se formaron los planetas; Jesús habló, y se calmó la tormenta; nosotros hablamos y recibimos nuestra salvación (1 Juan 1:9). Formamos gran parte de nuestra identidad como personas, a través de las palabras de otros, porque influyen en la autopercepción y el sentimiento de seguridad.
Si usted nunca recibió algunas palabras «saladitas», si nunca pudo escuchar una palabra de ánimo, de amor o aceptación de parte de las personas más allegadas a usted, eso es una parte difícil de su vida, un área donde probablemente existe algo de muerte en usted. Puede decir que no es verdad, pero si permite que el Espíritu Santo traiga a su memoria las palabras que pudieron producir muerte en su corazón, espíritu o emociones, se dará cuenta de que sí le afectaron. Si no permitimos que éstas surjan en la superficie de nuestra conciencia, entonces serán como puertas abiertas por donde el enemigo podrá entrar a lastimarnos e impedir que alcancemos todo lo que Dios tiene por delante.
Nolita W. de Theo es la autora de La mujer de Sus sueños.