Siempre me he considerado a mí misma como una persona bastante humilde, pero estaba reflexionando sobre eso esta mañana y me di cuenta de que soy arrogante cuando se trata de Dios. Permítanme explicar.
¿Alguna vez has visto a un niño que acaba de aprender a caminar? ¿Se niega a recibir ayuda? El sólo sabe que las piernas sirven para trasladarlo y debe ser capaz de llevarlo a cualquier parte. Sobre un césped, subir las escaleras, bajar las escaleras, se puede ir a cualquier parte. Si tú tratas de ayudarlo para no caerse, puede sentirse muy frustrado contigo y la quiere hacerlo él solito, sin ayuda.
Volvamos a mi, a ti. Servimos a un Dios de abundante gracia y misericordia. ¿Sabes una cosa, sin embargo, tenemos que humillarnos a nosotros mismas con el fin de darnos cuenta de que lo necesitamos! Este es el texto que me hizo pensar ...
"todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad" Daniel 9:12, 13.
¡Esto es verdaderamente poderoso! En este contexto, Daniel está confesando humildemente a Dios, diciendo y reconociendo que su pueblo que estaba mal, y su actitud es de buscar de la misericordia de Dios en ese momento. Lee todo el capítulo, ¡vale la pena!
Es difícil admitir que nos equivocamos, es difícil reconocer la verdad, y es aún más difícil reconocer a su vez que esto es parte de nuestros pecados! No actúes como el niño que aprende a caminar y se niega a que lo ayuden.
Yo sé que yo quiero la gracia y misericordia de Dios para tener abundancia en mi vida. Parece que tengo que dedicar más tiempo a humillarme delante del trono, ¿y tú?