Si el vínculo con los padres no se consolida, el desarrollo emocional del niño estará lleno de sentimientos de inseguridad. Para desarrollar el vínculo se necesita que padres e hijos pasen tiempo de calidad juntos, en el cual la comunicación es el componente clave. El antropólogo Ronald Rohner ha estudiado el rechazo en más de cien culturas alrededor del mundo. Demuestra que el rechazo se manifiesta de forma diferente en cada cultura. Pero los niños rechazados siempre tienen desórdenes de conductas, problemas psicológicos, baja autoestima baja, desarrollo moral deficiente, dificultades en manejar la agresión y una identidad sexual confusa. El abandono es una herida tan honda y punzante que en cierto modo no tiene cura total. El Señor Jesús, que fue probado en todo, sintió el abandono del Padre cuando “clamó a gran voz, diciendo: `Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?’ que traducido es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Mr 15:34).
La Iglesia dando respuestas
Como contrapartida a esta situación social nos encontramos con la Palabra de Dios, que dice “Padre de huérfanos… es Dios en su santa morada” (Sal 68:5). Dios afirma su posición de Padre amoroso, destacando el amor que les tiene a los que no tienen padres.
Sobre esta base es que la Iglesia debe trabajar con estos niños y adolescentes, a fin de afirmarlos en la verdad de Dios. La escena de Jesús despidiéndose de su madre antes de morir (Jn 19.25-27) recuerda a la Iglesia su tarea de suplir las carencias de la familia y convertirse en padre o madre de aquellos huérfanos de hoy. El Señor Jesús prometió “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros” (Jn 14:18). La iglesia, entonces, debe expresar la aceptación hacia estos niños y adolescentes, con el amor de Dios, que es incondicional. El Apóstol Pablo dice que Dios “nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Ef 1:4-6). Dios el Padre, a través de Su Hijo nos eligió, nos adoptó y nos aceptó, y esto es lo que estos niños necesitan experimentar en sus vidas. Es importante realizar un trabajo con los niños que establezca el fundamento de Dios como Padre y sane su condición de hijo abandonado.
Para esto, proponemos dar los siguientes pasos concretos:
- Formar a maestros y maestras de niños y adolescentes, personas fieles que amen a Dios, que tomen este ministerio como el propósito de Dios para sus vidas. Se necesitan ejemplos de vida sanos. La Iglesia es quien tiene que proveerlos.
- Enseñar a los niños la Palabra de Dios para afirmar que son hijos, que Dios es el Padre y que Él nunca los va a abandonar. “Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, Jehová me recogerá.” Sal 27:10.
- Guiar a los niños en el perdón hacia sus padres, a fin de establecer puentes de unidad en la familia.
- Realizar actividades integradoras para la familia, en la que participen todos los miembros de las familias.
- Alentar a los niños a que sean luz en sus casas, e inviten a sus papás a que asistan a la iglesia.
- Organizar almuerzos o desayunos con el pastor y los niños, o con otros líderes de la iglesia y los niños, para que se relacionen con la autoridad cristiana.
- Realizar charlas para los papás en la que se enseñe el rol de los padres según la Biblia.
En nuestras iglesias contamos con familias que no escapan de esta situación. Debemos enseñar que “no puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” Jn 5:19. Los hijos hacen lo que ven hacer a sus padres. Dar el ejemplo es un método poderoso de enseñanza. Miremos esta estadística de Asistencia a la escuela bíblica: Si concurren…
- Ambos padres - el 72% de los hijos asistirá cuando sean adultos
- Solo el padre - el 55% de los hijos asistirá cuando sean adultos
- Solo la madre - el 15% de los hijos asistirá cuando sean adultos
- Ninguno de los padres - el 6% de los hijos asistirá cuando sean adultos
El corolario de toda actividad de la iglesia es el amor. Impartir el amor de Dios a hijos lastimados y a padres equivocados es el mejor de los ingredientes de cualquier programa que una iglesia puede seguir. “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.” 1Co 13:5-8
Investigación: C y P.O. - www.hacedoras.blogspot.com
Fuente: http://argentina.indymedia.org/news/2007/09/547797.php,
Sinay, S. La sociedad de los hijos huérfanos. Cuando padres y madres abandonan sus responsabilidades y funciones. Edic.s B, Bs As, 2007.
Simmons, Dave. Papá, el entrenador de la familia. Editorial Betania, 1995.
Chapman, Gary. Los cinco lenguajes del amor de los jóvenes. Editorial Unilit, 2003.
Fotos: Epictura Banco de Imágenes Libres de derechos.