Eres una gran mujer porque...
Se puede confiar en ti. Como administradora buscas el bien de toda tu familia.
Te esfuerzas mucho en tus deberes y se alegras en ellos. Te levantas temprano para hacer todas las labores, tanto tu profesión como la atención de tu familia y tu casa. Eres apasionada en lo que haces, y te entregas a pleno.
Haces que lo todo resulte para bien por la administración prudente. Muchos se deshacen comprando, sin considerar si se lo pueden permitir, en cambio tú provees bien para tu casa y hasta logras ahorrar para después.
Miras bien las cosas de tu casa para encaminar a todos a cumplir con su deber para con Dios y los unos con los otros, al igual que tú.
Está atenta a dar y a recibir, y lo haces generosa y alegremente.
Eres discreta y leal; toda palabra que dices demuestra que te riges por las leyes de la sabiduría. Sabes dar consejos prudentes a los demás, y los aplicas a tu vida. La ley del amor y la bondad está escrita en tu corazón y se demuestra por lo que hablas. Tu corazón está lleno de los asuntos de Dios, aun cuando sus manos estén sumamente ocupadas en este mundo.
Por sobre todo, temes al Señor. El temor de Dios que reina en el corazón es la belleza de tu alma, y esta belleza dura para siempre.
Eres firme para soportar iras y desengaños. En tu madurez, reflexionas con consuelo, que no has desperdiciado tu vida en tu juventud. Te regocijas en el mundo venidero. Eres una gran bendición para sus familiares y amigos.
Tus propias obras te alaban. Si miramos lo que has hecho hasta aquí, cómo has sabido educar a tus hijos, cómo te has repuesto de las situaciones difíciles, cómo perseveras en la fe a pesar de todo, sólo encontramos palabras elogiosas para ti, amiga.
¿Te parece que exagero? Así es como Dios te ve.
Que Dios continúe permitiéndote brillar afirmada en El.