"¡Qué lío!", seguíamos diciendo los dos una y otra vez mientras alzábamos los brazos al aire. Mi esposo y yo habíamos pasado todo el día repasando cajas viejas llenas de cosas que habíamos almacenado durante los años. Habíamos apartado varios días para limpiar nuestros armarios y trasteros. Encontramos una cantidad innumerable de cosas que habíamos olvidado que teníamos. ¿Tienes algunas cajas como esas, que crees que sabes lo que contienen, pero que luego realmente no es así? La mayoría de nosotros tenemos muchas de ellas.
En esas cajas encontramos viejas revistas, anuarios, antiguas cintas de casete, fotografías y recuerdos. Muchas habían acumulado un olor a humedad que viene de años de estar almacenadas. Luego llegamos a las cajas de cosas que habíamos guardado desde nuestros primeros años juntos de matrimonio y ministerio. Tras horas de ordenar, lo encontré. Era un trozo de papel de un tiempo en nuestras vidas en que parecía que nuestros sueños de futuro se estaban derrumbando uno por uno. Era una lista de oración que hicimos los dos, gran parte de lo cual parecía muy poco probable. Algunas de las cosas en la lista eran necesidades inmediatas que existían en ese tiempo, mientras que otras eran sueños más grandes y cosas que estábamos pidiendo que Dios hiciera en los años venideros, mucho de lo cual necesitaría un milagro total para poder lograrlo.
Poco después, nos cambiamos de casa, y junto con el resto de nuestras cosas, empaquetamos esa lista de peticiones de oración. Bien, ya sabe cómo continúa la historia. Uno no siempre desembala todas esas cajas. De hecho, unas pocas mudanzas y casi dos décadas de matrimonio después, el número de cajas sin desembalar en el garaje y el sótano aumentó.
Entonces finalmente, el día de la limpieza, volví a leer esa lista escrita hacía casi veinte años. Mis ojos se llenaron de lágrimas al leerla. De repente me di cuenta de que Dios no sólo respondió a las pequeñas cosas que parecían imposibles, sino que con los años también había respondido a cada cosa de la lista, más aún de lo que habíamos puesto en la lista. Incluso respondió a las cosas que parecían imposibles. De nuevo, en un destello, me acordé de todos los milagros que habíamos visto durante los últimos años. Habíamos visto el poder de Dios revelado desde el cielo una y otra vez. Las cosas que habíamos visto hacer a Dios no eran sino milagros, ¡y la mayoría de ellos estaban relacionados con las cosas que había en esa lista!
En ese momento, no sólo nos acordamos de la fidelidad de Dios (y nos disculpamos ante el Señor por no reconocer antes sus respuestas a esas oraciones), sino que también nos dimos cuenta de algo más. Fue que cada vez que poníamos nuestras manos sobre esa lista pegada en el refrigerador estábamos liberando el poder de Dios para obrar a nuestro favor. El Dios sobrenatural dentro de nosotros estaba liberando milagros; un río estaba fluyendo y trayendo la respuesta, y no paró de fluir hasta que cada petición fue contestada, aunque en ese momento no nos dábamos cuenta de que realmente estaba ocurriendo.
He aprendido de esta experiencia no sólo que Dios vive en nosotros, sino que el Dios sobrenatural vive en nosotros. Él quiere que su poder sobrenatural fluya a través de nosotros para obtener lo milagroso y hacer lo imposible en nuestras circunstancias.
Una tarde, me encontraba hablando con una mujer que yo sabía que estaba luchando con una serie de pruebas en su vida, pruebas serias. Claro, era cristiana, pero el panorama de su futuro parecía desesperanzador. Su postura en la situación era que no tenía fuerza para hacer nada salvo esperar y ver lo que Dios haría. Yo sabía que ella confiaba en Dios, aun cuando el resultado no fuera el que ella esperaba. Sin embargo, seamos sinceros; ella quería el mismo resultado que todos queremos, el mismo resultado que nosotros queríamos cuando hicimos nuestra lita de oración. Ella quería un milagro en medio de su prueba, quería una intervención sobrenatural de Dios para cambiar su situación para mejor.
Si somos sinceros con nosotros mismos, eso es realmente lo que todos queremos cuando acudimos a Dios, ¿no es así? Decimos que estamos contentos de salir de la prueba con la paz de Dios con la esperanza de que pase pronto, e incluso si eso no ocurre, estaremos contentos porque Dios tiene todo bajo su control. Pero en nuestro interior, lo que realmente queremos es el poder sobrenatural de Dios en nosotros, como en los días de la Biblia, para vencer y finalmente erradicar la prueba que estamos afrontando. Queremos sanidad donde había enfermedad. Queremos estabilidad económica donde antes hubo agitación. Queremos fortaleza en el lugar de la debilidad. Queremos que el poder de Dios nos rescate del dolor de hoy para poder levantarnos mañana como una persona nueva. Quizá de lo que todavía no nos hemos dado cuenta es que el poder de Dios está realmente ahí. Está en usted en la persona del Espíritu Santo, listo para obrar y listo para moverse y fluir. Hechos 1:8 dice: "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra".
Ahora bien, la palabra poder aquí literalmente significa "poder explosivo". Si tuviera que hacer una comparación, probablemente podría pensar en la dinamita. Es el poder sobrenatural del Espíritu de Dios descargado sobre tu propio espíritu. Cuando la plenitud del Espíritu de Dios está en ti, hay poder, y es el mismo poder que produjo el milagro de resucitar a Jesucristo de los muertos (Romanos 8:11).