Se convirtió en ciudadano del mundo.
Fue un hombre normal de carne y hueso.
Vino a entregarnos su amor y su compasión.
No tuvo propiedades, títulos, ni cargos importantes.
No creó organizaciones formales.
Dio su mensaje en términos sencillos que todos pudiesen entender.
Dio su mensaje de amor a todos los que lo quisieron escucharlo.
Salió a conocer personas en las calles, a la orilla del mar y en los montes.
Fue amigo de los despreciados y rechazados.
Todo lo que predicó, lo demostró con su ejemplo.
No fue sólo un hombre extraordinario.
No fue sólo un gran maestro.
Ni siquiera fue solamente un profeta.
Fue todo eso, pero también fue mucho más.
Derrotó a sus enemigos sin usar armas de guerra.
Conquistó el mundo con su amor.
Algunos dicen que está muerto.
Muchos afirman que está vivo.
Que resucitó de entre los muertos.
Sus enemigos dijeron que tenía un demonio.
Sus seguidores dicen que fue un Salvador.
Es la historia de aquel hombre de Nazaret.
Es la historia de Jesús de Nazaret.
Es la historia de “El Rey”
Rey de reyes. Señor de señores.
¿Tienes la certeza de conocer a quien estuvo muerto y ahora vive?
¿Por qué no lo buscas?
¡Conócelo!
Señor Jesús, te necesito. Quiero conocerte personalmente. Gracias por morir en la cruz por mis pecados. Te abro la puerta de mi alma y mi vida y te recibo como mi Salvador y Señor. Gracias por perdonar mis pecados y por darme vida eterna. Toma control del trono de mi vida. Hazme la persona que Tú quieres que yo sea. Amén.
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