En Hebreos 3:1,2, leemos que durante su vida terrenal, Jesús fue fiel al que lo nombró. Pero Jesús pasó algunos años de silencio. Después de su maravilloso nacimiento y bautismo profético, no volvemos a oír nada sobre Él hasta la edad de doce años, cuando fue hallado debatiendo con los maestros en el templo. Todo lo que se nos dice sobre estos años silenciosos es que “El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la gracia de Dios lo acompañaba” (Lucas 2:40). Después de eso, la Biblia no nos dice nada sobre qué ocurrió en la vida de Jesús, excepto que “Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente” (Lucas 2:52).
Jesús pasó treinta años preparándose para un ministerio de tres años, un tiempo durante el cual Él fue fiel y obediente a sus padres terrenales tanto como a su Padre celestial. Fue durante esos años silenciosos que creció en fuerza, en sabiduría y en favor.
Jesús pasó treinta años preparándose para un ministerio de tres años, un tiempo durante el cual Él fue fiel y obediente a sus padres terrenales tanto como a su Padre celestial. Fue durante esos años silenciosos que creció en fuerza, en sabiduría y en favor.