De hecho, considero que en nada se comparan los sufrimientos actuales con la gloria que habrá de revelarse en nosotros. La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios, porque fue sometida a la frustración. Esto no sucedió por su propia voluntad, sino por la del que así lo dispuso. Pero queda la firme esperanza de que la creación misma ha de ser liberada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que toda la creación todavía gime a una, como si tuviera dolores de parto. Y no sólo ella, sino también nosotros mismos, que tenemos las *primicias del Espíritu, gemimos interiormente, mientras aguardamos nuestra adopción como hijos, es decir, la redención de nuestro cuerpo. Porque en esa esperanza fuimos salvados. Pero la esperanza que se ve, ya no es esperanza. ¿Quién espera lo que ya tiene? Pero si esperamos lo que todavía no tenemos, en la espera mostramos nuestra constancia. Así mismo, en nuestra debilidad el Espíritu acude a ayudarnos. No sabemos qué pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que examina los corazones, sabe cuál es la intención del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los creyentes conforme a la voluntad de Dios. Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito.
Antes de ingresar en la universidad difícilmente dediqué un pensamiento al cáncer y a las enfermedades terminales. Pero desde esos días de universidad, la muerte por enfermedad, ha andado a mi lado todo el camino. Dos universitarios que yo conocía murieron de leucemia y cáncer de las glándulas linfáticas antes que tuvieran 22 años. En el seminario vi a Jim Morgan, mí profesor de Teología Sistemática, marchitarse y morir de cáncer intestinal en menos de un año. Tenía 36 años. En mí programa de Licenciatura en Alemania, mí propio “tutor de doctorado”, profesor Goppelt, murió de pronto justo antes de yo haber terminado. Tenía 62 años. Una coronaría masiva. Entonces vine a Bethlehem, ¡la casa de Dios! Y enseñé por 6 años y vi a estudiantes, profesores, y administradores morir de cáncer: Sue Port, Paul Greely, Bob Bergerud, Ruth Ludeman, Graydon Held, Chet Linday, Mary Ellen Carlson- todos Cristianos, todos muertos antes que su tercera década terminara. Y ahora he venido a Bethlehem y Harvey Ring. Ha muerto. Y pudieras multiplicar la lista por diez.
¿Qué debemos decir a estas cosas? algo tiene que decirse porque la enfermedad y la muerte son una amenaza a la fe en el amor y el poder de Dios. Y como un Pastor considero mí responsabilidad principal el alimentar y fortalecer la fe en el amor y el poder de Dios. No hay arma como la palabra de Dios para rechazar las amenazas a la fe. Por lo que quiero que hoy escuchemos cuidadosamente la enseñanza de las escrituras con respecto a Cristo y el cáncer, el poder y el amor de Dios por encima y en contra de las enfermedades de nuestros cuerpos.
Hoy considero este mensaje como un crucial mensaje pastoral, porque usted necesita conocer donde vuestro pastor se apoya en los temas de enfermedad, cura y muerte. Si pensó que era mí concepción que cada enfermedad era un fallo divino sobre algún pecado en particular, o que el fracaso después de unos pocos días de oración para ser curado era una clara señal de fe no autentica, o que en verdad es Satanás el gobernador de este mundo y que Dios solamente se mantiene sin hacer nada mientras su enemigo causa estragos con sus hijos-si pensó usted que alguna de esas eran mis nociones, usted se identificaría conmigo muy diferentemente a lo que lo haría si supiera lo que realmente pienso. Por lo tanto, quiero decirle lo que realmente pienso y tratar de mostrarle, desde las escrituras que estos pensamientos no son solo míos, sino que también, confío en los pensamientos de Dios. Así que quisiera que todo aquel que tenga una Biblia se dirija junto conmigo a (Romanos 8:18-28).
Hay seis afirmaciones las cuales resumirán mí teología de enfermedad, y al menos la semilla para cada una de estas afirmaciones este aquí. Leamos el texto:
Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloría venidera que en nosotros ha de manifestarse, 19 porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. 20 La creación fue sujeta a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza. 21 por tanto, también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. 22 Sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora. 23 Y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo, 24 Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; ya que lo que alguno ve, ¿para qué esperarlo? 25 Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. 26 De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. 27 Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los Santos. 28 Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Mi primera afirmación es esta:
La época en que vivimos, la cual se extiende desde la caída del hombre en el pecado hasta la segunda venida de Cristo, es una época en la que la creación, incluyendo nuestros cuerpos, ha sido sujetada a “vanidad” y a “esclavitud de corrupción.”
Versículo 20: “La creación fue sujetada a vanidad” versículo 21: “La creación será libertada de la esclavitud de corrupción“ la razón por la que conocemos que esto incluye a nuestros cuerpos, viene dada en el versículo 23: no solo la amplía creación sino nosotros mismos (i.e. Cristianos) gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción la redención de nuestros cuerpos“ nuestros cuerpos son parte de la creación y participan en toda la vanidad y la corrupción a la que fue sujetada la creación.
¿Quién es en este versículo 20 el que sujeto la creación a vanidad y esclavitud de corrupción? Es Dios. Los otros únicos posibles candidatos a considerar serian Satanás y el hombre mismo. Tal vez Pablo quiso decir que fue Satanás al traer al hombre dentro del pecado, o el hombre al escoger desobedecer a Dios- quizás se refiera a uno de ellos como al que sujeto la creación a vanidad. Pero no puede significar ni Satanás ni el hombre por las palabras “en esperanza” al final del versículo 20. Esta pequeña frase sujetada “en esperanza”, da el motivo o propósito del que sujetó la creación a vanidad. Pero no fue la intención del hombre ni la de Satanás el traer la corrupción sobre el mundo para que la esperanza en la redención pudiera ser despertada en los corazones de los hombres y que algún día la “libertad de la gloría de los hijos de Dios” pudiera brillar más radiantemente. Solamente una persona pudiera sujetar la creación o vanidad con ese motivo o propósito, el justo y cariñoso creador.
Por lo tanto, concluyo que este mundo permanece bajo la sentencia judicial de Dios sobre una humanidad rebelde y pecaminosa- una sentencia de vanidad y corrupción universal. Y ninguno está incluido ni siguiera los preciosos hijos de Dios.
Probablemente la vanidad y corrupción de la que Pablo habla se refiere a ambas ruina espiritual y ruina física. Por un lado, el hombre en su estado perdido, esta esclavizado a su imperfecta percepción: Metas mal planteadas, imprudentes meteduras de patas y entumecimiento espiritual. Por otro lado, hay diluvios, hambrunas, volcanes, terremotos, maremotos, plagas, mordeduras de serpientes, accidentes automovilísticos, caídas de aviones, asma, alergias, el catarro común y el cáncer; todo desgarrando y causando estragos en el cuerpo humano con dolor, llevando a los hombres- todos los hombres- al polvo.
Mientras estamos en el cuerpo somos esclavos de la corrupción. Pablo dijo esto mismo en otro lugar en 2 Corintios 4:16 dijo, “No desmayamos, aunque este nuestro hombre exterior (i.e. el cuerpo) se va desgastando (i.e. siendo corrompido) no obstante nuestro hombre interior se renueva día a día.” La palabra que Pablo utiliza aquí para podrir y corromper es la misma utilizada en Lucas 12:33 donde Jesús dijo, “asegúrate de que tú tesoro este en el cielo donde el ladrón no llega y la polilla no corrompe”. Justo como un abrigo en un caliente y oscuro closet se lo comen las polillas y se arruinan, así nuestros cuerpos, en este mundo perdido, van a ser arruinados de una forma u otra. Porque toda la creación ha sido sujetada a vanidad y esclavizada a corrupción mientras dure esta época. Esa es mi primera mi afirmación.
Mí segunda afirmación es esta:
Hay una época venidera cuando todos los hijos de Dios que han resistido hasta el “final” en la fe, serán librados de toda vanidad y corrupción, espiritual y físicamente.
Según el versículo 21, la esperanza en la cual Dios sujeto la creación fue que algún día “la creación misma sería liberada de su esclavitud de corrupción a la libertad de la gloría de los hijos de Dios”. Y el verso. 23 dice que: “nosotros mismos gemimos dentro de nosotros mismos esperando ansiosamente nuestra adopción como hijos; la redención de nuestros cuerpos”. Esto no ha ocurrido todavía. Esperamos. Pero ocurrirá “nuestra ciudadanía esta en el cielo del cual esperamos un salvador, el Señor, Jesucristo, quien transformara el cuerpo de la humillación nuestra para que sea semejante al cuerpo de la gloría suya” (Filipenses 3:20-21). “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la última trompeta, porque se tocara la trompeta y los muertos serán levantados incorruptibles y seremos transformados” (1 Corintios 15:52). “El enjugara toda lagrima de nuestros ojos y ya no abr más muertes, ni abr más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apocalipsis 21:4).
Esta llegando el día en que todo apoyo será tallado y toda silla de rueda será fundida en medallones de redención. Y Merlin, Reuben, Jim, Hazel, Ruth y todos los demás entre nosotros haremos ruedas de carros por todo el Reino de los Cielos. Pero todavía no. Todavía no. Gemimos esperando la redención de nuestros cuerpos. Pero el día esta llegando y esa es mí segunda afirmación.
Tercera,
Jesucristo vino y murió para adquirir nuestra redención, para demostrar ambos caracteres de esa redención, espiritual y física, y para un anticipo de ello.
Él adquirió nuestra redención, demostró su carácter y nos dio un anticipo de ello. Por favor escuche cuidadosamente, porque esta es una verdad malamente distorsionada por muchos curanderos de nuestros días.
El profeta Isaías anticipó el trabajo de Cristo así en 52:5-6, (un texto que Pedro aplicó a los cristianos en 1 Pedro 2:24):
Más él fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. Por darnos la paz, cayó sobre él el castigo, y por sus llagas fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.
La bendición del perdón y la bendición del saneamiento físico fueron compradas por Cristo cuando murió por nosotros en la cruz. Y todo aquel que le da su vida a él tendrá ambos de estos beneficios ¿Pero cuándo? Esa de la pregunta de hoy ¿Cuándo seremos sanados? ¿Cuándo nuestros cuerpos no serán más esclavos de corrupción?
El ministerio de Jesús fue un ministerio de sanidad y de perdón. Él dijo a los discípulos de Juan el Bautista. “vayan y díganle a Juan lo que ven y oyen: los ciegos reciben su vista, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres les es anunciado el evangelio. Y aquel que no se ofende de mí es bendecido” (Mateo 11:4-6). ¿Ofensa? ¿Por qué se ofendería alguien del que resucita a los muertos y trae el Reino desde hace mucho tiempo esperado? Fácil- solo resucito unas tres personas. Dejo a cientos en las tumbas, todos a su alrededor. ¿Por qué? ¿Por qué, no suficientes familiares tenían fe? ¡O no! Cuando Jesús resucitó al hijo de la viuda, en Lucas 7:13-14, ella no lo conocía a él de ninguna parte. No fue por su fe todo lo que dice es “Tuvo compasión de ella” ¿Entonces qué? ¿No tuvo Él compasión de todos los otros sepultados en Israel?
La respuesta a ¿Por qué Jesús no resucitó a todos los muertos? Es que contrariamente a las expectaciones judías, la primera llegada del Mesías “no” era la consumación y completa redención de esta época perdida. La primera venida era más bien para adquirir esa consumación, ilustrar su carácter y traer un anticipo de ello a su pueblo. Por tanto, Cristo resucito algunos de los muertos para demostrar que él tenía ese poder y que un día vendría de nuevo y lo ejercería para todo su pueblo. Y sano a los enfermos para mostrar que su Reino final sería así. No habrá más llanto ni dolor nunca más.
Pero tenemos un anticipo de nuestra redención ahora en esta época. Los beneficios adquiridos por la cruz pueden ser disfrutados en medida hasta ahora incluyendo la sanidad. Dios puede y sana a los enfermos ahora, como respuesta a nuestras oraciones. Pero no siempre. Los traficantes de milagros que garantizan que Jesús lo quiere a usted bien ahora y amontonan culpa tras culpa en la espalda de la gente de Dios, afirmando que lo único entre ellos y la salud es no creer haber fallado al entendimiento de la naturaleza de los propósitos de Dios en esta era perdida. Ellos han minimizado la muerte del pecado y la importancia del aleccionamiento purificador de Dios y el valor de la fe a través del sufrimiento y son culpables de tratar de forzar en esta época lo que Dios quiere para la próxima.
Fíjese en el hilo del pensamiento en Romanos 8:23,24, “Nosotros mismos que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando ansiosos la adopción, la redención de nuestro cuerpo, porque en esperanza fuimos salvos”...”Por la redención adquirida por Cristo, los creyentes “ya” han recibido el Espíritu Santo. Esto es como la cuota inicial de nuestra total redención, pero es solamente el primer fruto, un anticipo. Y cuando Pablo acentúa que nosotros aún nosotros mismos, que tenemos este Espíritu gemimos esperando la redención de nuestros cuerpos, puede ver que el está previniendo contra la “falsa” deducción de que porque hemos sido salvos, por lo tanto nuestro gemir con la decadencia de nuestros cuerpos se acabo. Y sigue para decir en el verso 24, “Porque hemos sido salvos en esperanza”. Nuestra salvación no está terminada, esta solo comenzada. Somos salvos solamente “En esperanza”. Esto es verdad moralmente Pablo dice en Gálatas 5:5, “A través del Espíritu aguardamos por fe la esperanza de la justicia.” Y ello es verdad físicamente; esperamos la redención de nuestros cuerpos. Cristo ha adquirido esa redención, demostrado su realidad física en su ministerio de sanidad y no nos ha dado un anticipo de ello sanando a muchas personas en nuestros días, pero, a algunas muy lentamente, algunas solo en parte y otras nada - esa es mí tercera afirmación.
Cuarta,
Dios controla quién se enferma y quién se recupera, y todas sus decisiones son por el bien de sus hijos, aún si son muy dolorosas y muy duraderas.
Fue Dios quién sujeto la creación a vanidad y a corrupción y el es el único que puede libertarla de nuevo. En Éxodo 4:11, cuando Moisés se niega a ir a hablarle al Faraón, Dios le dice ¿Quién hizo la boca del hombre? ¿Quién le hace mudo o sordo, o lo hace ver, o ciego? ¿No soy yo el Señor? “Detrás de toda enfermedad está finalmente la soberana mano de Dios. Dios habla en Deuteronomio 32:39. “Ved ahora que yo, yo soy él, y no hay Dios además de mí; soy yo quien pone la muerte y da la vida. He herido y soy yo quien sane; y no hay nadie que se pueda librar de mí mano”.
¿Pero que de Satanás? ¿No es él el, el gran enemigo de nuestra totalidad? ¿No nos ataca el moral y físicamente? ¿No fue Satanás quien atormento a Job? Si fue él. Pero Satanás no tiene más poder que el que le es asignado por Dios. El es un enemigo encadenado. De hecho no fue incorrecto decir por el escritor del libro de Job que las llagas afligidas por Satanás fueron enviados por Dios. Por ejemplo en Job 2:7, leemos, “Satanás partió de la presencia del Señor, y afligió a Job con llagas detestables desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza”. Entonces después que la esposa de Job lo insta a maldecir a Dios y morir, Job dice, “¿Recibiremos bien” de la mano de Dios” y no recibiremos mal?” Y para que no pensemos que Job erró al atribuir a Dios sus llagas, afligidas por Satanás, el escritor agrega en el versículo 10,2 en todo esto “no pecó” Job con sus labios”. En otras palabras, no es pecado reconocer la soberana mano de Dios, aún detrás de una enfermedad de la cual Satanás pueda ser la causa más inmediata.
Satanás puede ser astuto pero en algunas cosas es estúpido, porque fracasa para ver que todos sus intentos para saquear la piedad, son simplemente convertidos por la providencia de Dios en ocasiones para purificar y fortalecer la fe. El objetivo de Dios para con su pueblo en esta era no es principalmente librarlo de enfermedad y dolor sino purgarnos de todos los vestigios de pecado y en nuestra debilidad hacer que nos aferremos a él como nuestra única esperanza.
Y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo [Hijo mío, no menosprecies la disciplina del señor ni desmayes cuando eres reprendido por él, porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo]. 7 Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿Qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, no hijos. 9 Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedecemos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 10 Y aquellos, ciertamente por pocos días no disciplinaban como a ellos les parecía, pero este para lo que no es provechoso, para que participemos de su santidad. 11 Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que por medio de ella han sido ejercitados. (Hebreos 12:5-11)
Todas las aflicciones que llegan a los hijos de Dios sea a través de la persecución, o la enfermedad, están dirigidas por Dios, para incrementar nuestra santidad al hacernos contar más con el Dios que resucita a los muertos (2 Corintios 1:9) si nos enojamos con Dios en nuestra enfermedad, estamos rechazando su amor. Porque es siempre por amor que él disciplina a sus hijos. Es para nuestro bien y debemos buscar para aprender alguna rica lección de ello. Entonces diremos como el Salmista, “fue bueno para mí que yo fuese afligido, que yo pueda aprender este estatus... Yo se, o Señor, que tú juicio es justo, y que por fidelidad me has afligido (Salmo 119:71-75)”. Esa es mí cuarta afirmación: básicamente, Dios controla quien se enferma y quien se recupera y todas sus decisiones son por el bien de sus hijos, aun si es grande el dolor y larga la enfermedad. Pero como dice el último versículo de nuestro texto, Romanos 8:28 “Sabemos que a los que aman a Dios todas las cosas los ayudan a bien y son llamados acorde con su propósito”.
La quinta afirmación es que
por lo tanto debemos orar para que Dios ayude a ambas cosas, a sanar y fortalecer la fe, mientras no sanemos.
Es apropiado que un hijo le pide a su padre que le alivie cuando esta en problemas. Y es peleando que un cariñoso padre da a su hijo solamente lo que es mejor. Y eso es lo que siempre hace él: Algunas veces sanando al momento y otras no sanando. Pero siempre, siempre lo que es mejor para nosotros.
Pero si a veces lo mejor para nosotros es no ser sanados ahora, ¿Como sabremos que orar? ¿Como sabremos cuando dejar de pedir que nos sane y pedir solamente la gracia para confiar en su bondad? Pablo ha enfrentado este problema en su propia experiencia. Recuerde usted de 2 Corintios 12:7-10, que Pablo no se parecía a Job, le fue dado un aguijón en la carne al que llamo un “mensajero de Satanás”. No sabemos que clase de dolor o mal ello fue, pero el dice que oró tres veces para que se lo quitase, pero entonces Dios le dio la seguridad que aunque orase él no le sanaría. Todavía su gracia sería suficiente y su poder sería manifestado no en sanar sino en el fiel servicio de Pablo a través del sufrimiento.
En nuestro texto, en Romanos 8:26,27 Pablo aborda el mismo problema, pensó: mientras nosotros esperamos la redención de nuestros cuerpos “el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; porque no sabemos como orar como debemos, pero el Espíritu en si mismo intercede por nosotros con gemidos demasiados profundos para palabras y él (Dios) que busca en los corazones conoce que es la mente del Espíritu porque el intercede por los Santos de acuerdo con la voluntad de Dios.” A veces todo lo que podemos hacer es gritar por ayuda porque no sabemos en que forma la ayuda debe venir. El Espíritu de Dios toma nuestros tropezones inciertas expresiones de necesidad, y las trae ante Dios en una forma que esta de acuerdo con las intenciones de Dios. Y Dios responde graciosamente y conoce nuestras necesidades. No siempre como primero teníamos la esperanza, pero siempre por nuestro bien.
Así que no estemos orgullosos y no nos mantengamos al margen de la estoica orientación a Dios que el destino ha traído. Más bien corramos a nuestro Padre en oración e imploremos ayuda en tiempo de necesidad. Esa es mi quinta afirmación.
Sexta y final,
debemos siempre confiar en el amor y el poder de Dios aun en la hora más oscura del sufrimiento.
Lo que más me molesta acerca de aquellos que dicen que los Cristianos deben ser siempre sanados milagrosamente, es que dan la impresión de que la calidad o la fe solamente pueden ser medidas si tiene lugar un milagro de sanidad física, mientras que en muchos del Nuevo Testamento UD. tiene la impresión de que la calidad de nuestra fe es reflejada en el gozo y confianza que mantenemos en Dios a través del sufrimiento.
El gran capítulo sobre fe en la Biblia, es Hebreo Capítulo 11. El cual comienza, “Fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Lo que a menudo domina en este capítulo aunque, fue de los ocho versos finales donde conseguimos la objetiva ilustración de fe como esa que expone aguanta en Dios para que te rescate “del” sufrimiento y como la que expone aguanta en Dios por la paz y la esperanza “en” el sufrimiento. Versículo 33:
Todos ellos, por fe, conquistaron Reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, 34 apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espadas, sacaron fuerza de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros. 35 Hubo mujeres que recobraron con vidas sus muertos;
Ahora si dejamos de leer aquí nuestra concepción de como la calidad de la fe se manifiesta a si misma estaría muy distorsionado, porque aquí suena como si la fe siempre ganase en esta vida. Pero aquí ocurre un cambio y encontramos que la fe es también el poder para perder nuestra vida.
Por fe...Otros fueron atormentados, no acertando el rescate a fin de obtener mejor resurrección. 36 Otros experimentaron oprobios, azotes y, a más de esto, prisiones y cárceles. 37 Fueron apedreados, aserrados, puestos a pruebas, muertos a filo de espadas. Anduvieron de jaca para allá cubierto de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados. 38 Estos hombres, de los cuales el mundo no era digno, anduvieron errantes por el desierto por los montes, por las cuevas y por las cavernas de la tierra. 39 Pero ninguno de ellos, aunque alcanzaron buen testimonio mediante la fe, recibió lo prometido, 40 Porque Dios tenía reservado algo mejor para nosotros, para que no fueran ellos perfeccionados aparte de nosotros.
La gloria de Dios es manifestada cuando el sana “y” cuando da un dulce espíritu de esperanza y paz a la persona que el no sana, por eso ¡También es un milagro de gracia! o, que podamos ser una persona entre las que Dios esta a “menudo” sanando enfermedades, pero esta “siempre” motivándonos estar llenos de gozo y paz mientras nuestra enfermedad permanece. Si somos un pueblo humilde y aniñado que clamamos a Dios en nuestra necesidad y confiamos en su promesa, el Espíritu Santo nos ayudara y Dios bendecirá nuestra iglesia con toda bendición posible. El como dice el texto, hará todo junto para nuestro bien”.
Esa es mi teología de enfermedad en una palabra. Primero, en esta era toda la creación, incluyendo nuestros cuerpos, a sido sujetada a vanidad y esclavitud de corrupción. Segundo, viene una nueva era en la que todo aquel que soporte hasta el final en la fe será librado de todo dolor y enfermedad. Tercero, Jesucristo vino y murió para adquirir nuestra redención, demostrar sus ambos caracteres (espiritual y físico) y darnos un anticipo de ello ahora. Cuarto, Dios controla a quien se enferma y quien se recupera, y todas sus decisiones son para el bien de sus hijos aun si son dolorosas. Quinto, debemos orarle a Dios por ambas ayudas (sanar y fortalecer la fe) mientras no seamos sanados, y debemos depender de la intercepción del Espíritu Santo cuando no sabemos porque orar. Finalmente, debemos confiar siempre en el poder y el amor de Dios aun en la más oscura hora del sufrimiento.
¡O, que podamos ser una asamblea de Santos que desde lo profundo de sus corazones hace eco de la fe de Joni Eareckson después de una larga lucha con su parálisis y su depresión! Ella escribió al final de su libro: “la chica que se tornó emocionalmente desconsolada, y que se alborotaba en cada nuevo conjunto de circunstancias es una adulta ahora, una mujer que ha aprendido a contar con la soberanía de Dios” (Joni, p 190).
© Desiring God
By John Piper. © Desiring God. Website: desiringGod.org