Tener expectativas irreales sobre las personas nos prepara para la decepción. ¿Estoy diciendo que no debo tener expectativas? ¡Por supuesto que no! Debemos esperar lo mejor de las personas, pero al mismo tiempo debemos recordar que son seres humanos, con imperfecciones.
Cuando los discípulos de Jesús lo decepcionaron, Él no quedó anonadado porque ya sabía y conocía perfectamente la naturaleza humana, como aprendemos en Juan 2:25. Jesús esperaba lo mejor de sus discípulos, pero sabía que aún lo mejor seguiría siendo imperfecto.
He llegado a darme cuenta de que tendemos a buscar el cónyuge perfecto, el amigo perfecto, el trabajo perfecto, el vecindario perfecto, la iglesia perfecta, y la verdad es que ¡eso no existe! Mientras estemos en cuerpos terrenales, seremos imperfectos. Dios debe haber sabido que eso sería así, porque en su Palabra nos da instrucciones sobre cómo tratar con las personas que nos irritan o nos decepcionan.
Cuando los discípulos de Jesús lo decepcionaron, Él no quedó anonadado porque ya sabía y conocía perfectamente la naturaleza humana, como aprendemos en Juan 2:25. Jesús esperaba lo mejor de sus discípulos, pero sabía que aún lo mejor seguiría siendo imperfecto.
He llegado a darme cuenta de que tendemos a buscar el cónyuge perfecto, el amigo perfecto, el trabajo perfecto, el vecindario perfecto, la iglesia perfecta, y la verdad es que ¡eso no existe! Mientras estemos en cuerpos terrenales, seremos imperfectos. Dios debe haber sabido que eso sería así, porque en su Palabra nos da instrucciones sobre cómo tratar con las personas que nos irritan o nos decepcionan.