Cuando surjan los problemas —y surgirán— no tenemos que suponer que el Señor va a intervenir y hacerse cargo de todos ellos sin nuestra invitación. Tenemos que orar y pedirle que cambie nuestras circunstancias. Después, debemos permanecer constantes y estables como lo hizo Nehemías, y ésa será para el enemigo la señal de su inminente caída y destrucción.
¿Sabes por qué nuestra constancia e intrepidez son para Satanás una señal de que fracasará? Porque él sabe que la única manera de derrotar a un creyente es por medio del engaño y la intimidación. ¿Cómo puede amenazar a alguien que no le tiene miedo? ¿Cómo puede engañar a alguien que reconoce sus mentiras y rehúsa creerlas? ¿De qué le sirve tratar de infundir miedo, enojo o depresión a alguien que no se mueve por emociones, sino que elige pararse firmemente en la Palabra de Dios?
Cuando el diablo ve que sus tácticas no funcionan, se da cuenta que está fracasando y que será derrotado completamente. Dios peleará por nosotros como lo hizo por Nehemías, y tendremos la victoria.
Tomado de La Biblia de la Vida Diaria de Joyce Meyer. Una publicación de Casa Creación. Usado con permiso.