Se convirtió en ciudadano del mundo.
Fue un hombre normal de carne y hueso.
Vino a entregarnos su amor y su compasión.
No tuvo propiedades, títulos, ni cargos importantes.
No creó organizaciones formales.
Dio su mensaje en términos sencillos que todos pudiesen entender.
Dio su mensaje de amor a todos los que lo quisieron escucharlo.
Salió a conocer personas en las calles, a la orilla del mar y en los montes.
Fue amigo de los despreciados y rechazados.