Toda la familia estaba caminando por la calle principal de nuestro pueblo, observando las vitrinas y escuchando los villancicos de Navidad. Al rato, nos encontramos con una hermana de la iglesia y nos detuvimos a conversar.
Sin darnos cuenta, nuestro hijo Harald, de tres años,
siguió caminando para ver algo que le pareció interesante, y se perdió. Comenzamos a buscarlo. En breve tiempo una mujer se acercó. Harald caminaba tomado de su mano. «Lo encontré llorando y pensé llevarlo a la policía. Pero mientras caminábamos hacia la estación de la policía, de repente señaló a un edificio y dijo:'¡Mira! ¡Esa es la iglesia de papi!'. Entonces comprendí de quién era el niño. Lo había visto a usted caminando, así que supe a dónde llevarlo».
Sin darnos cuenta, nuestro hijo Harald, de tres años,
siguió caminando para ver algo que le pareció interesante, y se perdió. Comenzamos a buscarlo. En breve tiempo una mujer se acercó. Harald caminaba tomado de su mano. «Lo encontré llorando y pensé llevarlo a la policía. Pero mientras caminábamos hacia la estación de la policía, de repente señaló a un edificio y dijo:'¡Mira! ¡Esa es la iglesia de papi!'. Entonces comprendí de quién era el niño. Lo había visto a usted caminando, así que supe a dónde llevarlo».