A Dios le agrada hablar con sus hijos. En realidad, su Palabra siempre está. Dice la Biblia que en el principio el Verbo estaba con Dios, y era Dios. El Verbo de vida, Jesús, la Palabra viviente.
"Estoy depre", suele decir por estos lares quien se siente deprimido, melancólico o sin ganas de hacer nada. Hace ya muchos años que la depresión es la enfermedad emocional número uno, y va en progresivo aumento.
La historia y la literatura indican que es tan antigua como el hombre. El libro de Job, que es el más antiguo libro conocido, nos presenta un notable personaje, afectado de un grave estado depresivo, y que exclama: "Así he recibido meses de calamidad, y noches de trabajo me dieron por cuenta. Cuando estoy acostado, digo: ¿Cuándo me levantaré? Mas la noche es larga, y estoy lleno de inquietudes hasta el alba. Mi carne está vestida de gusanos, y de costras de polvo; mi piel, hendida y abominable. Y mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor, y fenecieron sin esperanza. Acuérdate que mi vida es un soplo, y que mis ojos no volverán a ver el bien. Los ojos de los que me ven, no me verán más; fijarás en mí tus ojos, y dejaré de ser. Como la nube se desvanece y se va, así el que desciende al Seol no subirá; no volverá a ver su casa, ni su lugar le conocerá más. Por tanto, no refrenaré mi boca; hablaré en la angustia de mi espíritu, y me quejaré con la amargura de mi alma" (Job 7:3-11). Después de leer lo que le ocurrió a Job (pérdida de su familia y de su fortuna, y afectado de una sarna maligna que cubría todo su cuerpo) ¿quién se atreve a decir que no habría reaccionado de la misma manera en circunstancias similares?