Tus manos han llegado
A mi triste soledad
Y para siempre has arrancado
Esa enemiga sin piedad.
Tus manos han salvado
A esta princesa de escapar
Lejos de su amado
Que la hizo despertar.
Tus manos han librado
Mi alma de pecar
Y sólo tú me has dado
Razones para amar.
Tus manos han limpiado
Esta oscura suciedad
Y cada llaga Tú has borrado
Con tu dulce sanidad.
Tus manos han formado
Este vaso con amor
Y tu voz ha despojado
La amargura y el rencor.
Tus manos acarician
Con ternura y compasión
Y tus besos que destilan
Manantiales de ilusión.
Patricia J. Olivera Costilla