Mi esposo tiene una cualidad que me alienta. Es capaz de ver el potencial de las cosas. Cuando compramos nuestra casa, había tanto por reparar, tanto por tirar abajo y volver a construir, que era difícil creer que podría ser un lugar habitable para una familia con tres niños pequeños. Sin embargo, él veía las posibilidades de mejoras, lo diseñaba en planos y en su corazón, en intimidad con el Señor. Hoy, después de varios años, disfrutamos de nuestra casa amplia, luminosa y siempre llena de amigos de nuestros hijos. Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no podamos verlo.
Me voy a vivir con mi novio
Tejedora Hijos, Matrimonio, Mujer, Noviazgo, REFLEXION, Reflexión
Estás "out", pasada de moda, fuera de onda... cualquiera de estas cualidades se le atribuyen a una madre que pregunta "¿cómo que te vas a ir a vivir con tu novio? ¿por qué no se casan?"
Las costumbres van cambiando a ritmo vertiginoso en este comienzo de siglo. Las razones para tomar esta decisión son innumerables, a saber, ahorrar el gasto de un alquiler al pagar solo uno, probar a ver si funciona la relación, no querer "atarse" a una relación que no se sabe si durará para toda la vida, etc, etc.
Las costumbres van cambiando a ritmo vertiginoso en este comienzo de siglo. Las razones para tomar esta decisión son innumerables, a saber, ahorrar el gasto de un alquiler al pagar solo uno, probar a ver si funciona la relación, no querer "atarse" a una relación que no se sabe si durará para toda la vida, etc, etc.
Necesitas conocer al Consolador
Todo tiene su tiempo... tiempo de reir, y tiempo de llorar.
Cuando el tiempo de llorar llega a tu puerta, y las lágrimas ya no alcanzan, tu corazón anhela la calma que sólo puede dar el consuelo. Pero, ¿cómo encontrarlo? ninguna de las palabras que oyes o los consejos que te dan parecen alcanzar. Esto mismo experimentó el rey David, quien dice: "Busqué consoladores y no lo hallé." Lo mismo le pasaría mucho después a Jesús. Fíjate, ni David ni Jesús encontraron consoladores.
¿Qué hacer, entonces? Necesitas conocer quién es el Consolador. En la Biblia, Dios mismo consolaba a su pueblo en la época en que pasaban tribulaciones en el desierto o en el cautiverio, dice la Biblia en Isaías 40:1,2 "Consolaos pueblo mío. Consolad a mi pueblo. Hablad al corazón de Jerusalén..." Cuando Jesús vino, Él mismo se ocupaba de consolar, y antes de irse al lado del Padre Celestial, dejó otro Consolador, que es el Espíritu Santo. Él se ocupa de consolarnos personalmente, por eso es tan importante estar en comunión con Él.
Además, nuestros amigos y hermanos mayores en la fe también pueden porveernos de consuelo. Silenciosa consolación sin palabras, o una palabra amable, o un abrazo, o simplemente alguien que llore contigo pueden darte el sosiego que necesitas. Cuando hablo de hermanos mayores, me refiero a quienes ya llevan un tiempo de caminar junto a Dios, pues ya han sido consolados por Dios. Y con esa misma consolación que han recibido, están capacitados para consolarte a ti también.
Cuando el tiempo de llorar llega a tu puerta, y las lágrimas ya no alcanzan, tu corazón anhela la calma que sólo puede dar el consuelo. Pero, ¿cómo encontrarlo? ninguna de las palabras que oyes o los consejos que te dan parecen alcanzar. Esto mismo experimentó el rey David, quien dice: "Busqué consoladores y no lo hallé." Lo mismo le pasaría mucho después a Jesús. Fíjate, ni David ni Jesús encontraron consoladores.
¿Qué hacer, entonces? Necesitas conocer quién es el Consolador. En la Biblia, Dios mismo consolaba a su pueblo en la época en que pasaban tribulaciones en el desierto o en el cautiverio, dice la Biblia en Isaías 40:1,2 "Consolaos pueblo mío. Consolad a mi pueblo. Hablad al corazón de Jerusalén..." Cuando Jesús vino, Él mismo se ocupaba de consolar, y antes de irse al lado del Padre Celestial, dejó otro Consolador, que es el Espíritu Santo. Él se ocupa de consolarnos personalmente, por eso es tan importante estar en comunión con Él.
Además, nuestros amigos y hermanos mayores en la fe también pueden porveernos de consuelo. Silenciosa consolación sin palabras, o una palabra amable, o un abrazo, o simplemente alguien que llore contigo pueden darte el sosiego que necesitas. Cuando hablo de hermanos mayores, me refiero a quienes ya llevan un tiempo de caminar junto a Dios, pues ya han sido consolados por Dios. Y con esa misma consolación que han recibido, están capacitados para consolarte a ti también.