Nuestra deuda está cancelada en su totalidad por medio de Jesús
Vengan ya, vamos a discutir en serio, a ver si nos ponemos de acuerdo. Si ustedes me obedecen, yo los perdonaré. Sus pecados los han manchado como con tinta roja; pero yo los limpiaré. ¡Los dejaré blancos como la nieve! Isaías 1:18-19
Si algún día nos llamarán del Banco (cualquiera de ellos), y nos dijeran: Si viene a nuestra agencia y habla con el Gerente su deuda está cancelada, sólo pongámonos de acuerdo, ¿nos sorprendería, verdad? (en especial con los Bancos de nuestro país). Una deuda nos acecha, no nos deja dormir, nos distrae, nos pide y nos quita recursos, nos roba la paz y es algo que no deseamos tener.
El pecado es una deuda con Dios que tiene consecuencias irreparables, el pecado nos ata (aun cuando nos ofrece libertad), nos quita nuestra paz, nos aparta de Dios, nos llena de culpa, de dolor, de desesperación, nos frena. Y lo más importante: al inicio nos gustó mucho, al final, lo odiamos y deseamos nunca haberlo cometido.
¿No es fascinante tener a un Dios así?
Tomado de "Susurro del Cielo", por José Vicente Pérez Cubias