SUELTA LOS CONTROLES

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“Un joven piloto realizaba esa mañana su vuelo nupcial. Era un aparato muy moderno pero los nervios, lógicos de aquel momento, se hacían presentes a cada minuto. Todo iba bien hasta que en un segundo el avión entró en una zona de turbulencia y comenzó una caída en picada que le heló la sangre del rostro. Pálido y aterrado, el joven se aferró a los comandos lo más fuerte que podía pero nada sucedió, el avión seguía perdiendo velocidad. En un momento recordó lo que le instructor le había dicho que debía hacer en esas circunstancias: “Quita las manos de los controles”.

Debía negar sus impulsos naturales de aferrarse a los controles y dejar que el estabilizador automático de la nave, que se activa cuando pierde la vertical, entrara en funcionamiento. Por un momento dudó, luego, cerró sus ojos, soltó los controles y vio cómo aquel avión se estabilizaba suavemente”.

Una situación análoga vivieron hace siglos atrás los apóstoles de Jesús al encontrarse en una travesía en el mar; con riesgo de sus vidas y con su líder durmiendo. Lo despertaron casi sacudiéndole: “¿No tienes cuidado que perecemos?...” Jesús reprendió al mar; al viento y luego a ellos por no haberle dejado los controles a tiempo.

¿Estás hoy en el avión de la desesperación o en el barco de la duda? Si tenés a Jesús como Capitán de tu vida, podrás dar un paso al costado y prepararte para contemplar cómo Él toma el control de lo aparentemente descontrolado, para hacer Su milagro. Si hasta ahora eres tú quien dirige tu vida y tus decisiones, puedes acabar con tu existencia y destruirte junto con tus sueños en vez de dejarle a Él, obrar: El Señor es soberano y hoy te dice: “Bueno es Jehová a los que en Él esperan, al alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová” Lamentaciones 3:25-26. 

Quita tus manos del volante, deja que Él conduzca y prepárate para disfrutar del viaje.

Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso

y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza.

Isaías 30:15

Tomado del Libro Una Pausa En Tu Vida
Pablo Martini