Muchos cristianos están atados a matrimonios infelices y miserables porque desobedecieron un mandamiento claro del Señor. En Su Palabra Dios ordena a los creyentes no casarse con incrédulos. La Biblia dice: "No os unáis en yugo desigual con los incrédulos..." 2 Corintios 6:14.
Muchos cristianos que están considerando casarse con incrédulos generalmente sienten que de alguna manera su situación en particular es diferente y que el mandamiento no se aplica a ellos. Pero la Palabra de Dios dice enfáticamente que los cristianos no se deben unir con los incrédulos.
Cuando una persona cristiana se casa con una persona incrédula, queda en yugo desigual con esa persona. Eso nunca es voluntad de Dios. Debes comprender esto en tu mente de una vez y para siempre: Nunca es la voluntad de Dios que una persona cristiana se case con una persona incrédula.
Dios tiene buenos motivos para decir a Sus hijos que no deben casarse con personas incrédulas. La voluntad de Dios para dos personas en el matrimonio es lograr la unidad. Jesús dijo: "Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne" (Mateo 19:5). La unidad completa en cuerpo, alma y espíritu nunca se podrá lograr cuando uno de los dos es creyente y el otro no lo es.
Dios no dice: "No os unáis en yugo desigual con un incrédulo" porque no puedes enamorarte de un incrédulo. Sí puedes enamorarte de un incrédulo.
Dios no dice: "No os unáis en yugo desigual con un incrédulo" porque no puedes disfrutar las relaciones sexuales con una persona incrédula. Sí puedes disfrutar las relaciones sexuales con una persona incrédula.
Dios dice: "No os unáis en yugo desigual con un incrédulo" porque no puedes lograr la unidad total con una persona incrédula. El matrimonio es la relación humana más íntima, y no es posible que una persona creyente pueda tener esa unidad perfecta con una persona incrédula.
En Su Palabra Dios ha dado cinco razones por las que una persona creyente nunca debe casarse con una persona incrédula (2 Corintios 6:14-16): "Porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia?"
La respuesta es: Ninguno. Ante los ojos de Dios el creyente es justicia porque ha recibido a Cristo como su Salvador y porque está vestido de la justicia de Cristo. El incrédulo es injusto ante los ojos de Dios porque está rechazando a Cristo. Por lo tanto, no puede haber unidad o compañerismo entre ellos.
"¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?"
La respuesta es: ¡Ninguna en absoluto! No puede haber unión o comunión entre la luz y las tinieblas.
Antes el creyente estaba en las tinieblas espirituales, pero ha llegado a la maravillosa luz de Dios (1 Pedro 2:9). El incrédulo sigue en la oscuridad espiritual, y si no viene a Cristo, su futuro será de tinieblas eternas. Así como no pueden unirse la luz y la oscuridad, no puede haber verdadera unidad entre un creyente y un incrédulo.
"¿Y qué concordia Cristo con Belial [Satanás]?"
De nuevo la respuesta es: Ninguna en absoluto. Nunca podrá haber unidad entre Cristo y Satanás. Y nunca podrá haber verdadera unidad entre un creyente cuyo Padre es Dios y un incrédulo cuyo padre espiritual es Satanás (Juan 8:44).
"¿O qué parte el creyente con el incrédulo?"
La respuesta es: Ninguna. El interés del cristiano es Dios y Su obra y en el futuro glorioso que le espera en el cielo. El interés del incrédulo está en el mundo y en las cosas de este mundo. No puede haber verdadera unidad entre ellos.
"¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?"
De nuevo, la respuesta es: Ninguno. El cuerpo del cristiano es llamado el "templo de Dios" porque Dios mora en él y él adora a Dios. El cuerpo del incrédulo se llama "el templo de ídolos" porque otras cosas son más importantes que Dios en su vida. Así como no puede haber unidad entre Dios y los ídolos, tampoco puede haber verdadera unidad entre un creyente y un incrédulo.
Al analizar bien las cosas, se da uno cuenta que alguien que verdaderamente ama a Jesús no tiene mucho en común con alguien que no le ama. Quizás disfruten hacer ciertas cosas juntos, pero al tratarse de las cosas más importantes, estarán muy divididos. Algunas veces para lograr convencer a una chica cristiana que se case con él tal vez el joven incluso finja "entregarse" a Cristo. Empieza a asistir a la iglesia con su novia porque se da cuenta que a ella eso le hace feliz. Incluso tal vez se bautice y se haga miembro de la iglesia. Pero al menos que se convierta de verdad, su "entrega" no durará. Una vez que se casen, ella descubrirá que él no ha cambiado en absoluto.
Jesús dijo que podemos distinguir entre un cristiano verdadero y uno falso al observar el fruto de sus vidas. El dijo: "Por su fruto los conoceréis" (Mateo 7:20). Esto significa que si una persona verdaderamente ha nacido de nuevo, habrá evidencia de eso en su vida y en las cosas que dice y hace.
Antes de considerar casarse con un joven, una muchacha debe preguntarse: ¿Ama mi novio a Dios con sinceridad? ¿Puedo ver evidencia clara de una fe genuina en su vida? ¿Tiene la clase de fruto en su vida que debe tener un cristiano real?
La tragedia es que la mayoría de las señoritas no se toma el tiempo para analizar esta clase de preguntas. No tienen la paciencia para examinar cuidadosamente el fruto. En cuanto parece que el muchacho está considerando ser cristiano, ella empieza a escoger su vestido de boda.
Si llegas a equivocarte y a casarte con un incrédulo, no puedes decir simplemente: "Vaya, me equivoqué, ahora me divorciaré". No funciona así. El matrimonio es para toda la vida. Si tu cónyuge incrédulo consiente en vivir contigo, tú tienes la obligación de seguir viviendo con él por difícil que sea. (Lee 1 Corintios 7:10-15.)
Como evitar esta trampa:
Decide que nunca, bajo ninguna circunstancia, te casarás con un incrédulo o una incrédula.