Llegó a mí la foto que aparece al inicio de este devocional y me encantó. Me encantó porque tiene mucho que ver con algo de lo cual tengo una convicción muy profunda (y que lo compartí en otro devocional titulado “Piénsalo de otra manera”) y es que, para poder disfrutar de la vida con alguien, primero tengo que aprender a disfrutarla conmigo misma. Si pensamos en que viviremos un promedio de 80 años, esos 80 años los viviremos en compañía de nosotras mismas, por lo tanto, o aprendo a quererme y encontrarme extremadamente divertida y bella, o no me queda más que luchar conmigo misma por unos poquitos…80 años…No sé tú, pero creo que es preferible vivir con alguien que me parece agradable e interesante, que vivir con un ogro o amargada porque me carga lo que veo reflejado en el espejo.
Lo primero que yo tengo que hacer como mujer es aceptarme tal cual soy…ya, puede que a veces esto suene más fácil aquí escrito que en “la vida real”, pero vale la pena intentarlo. Esto es como vender un producto del cual no tenemos certeza de su calidad; yo no recomiendo una tienda o algún producto cosmético si no sé si es bueno o no, ni le hago propagando a algo de lo cual no estoy lo suficientemente segura, pero sí lo hago cuando me ha dado buenos resultados o lo encuentro de buena calidad. Bueno, tú y yo somos más valiosas que una tienda o que un producto cosmético, porque fuimos creadas a imagen y semejanza de Dios (por si a veces lo perdemos de vista), lo que nos transforma en un “producto” (por seguir la metáfora, no porque crea que seamos eso) tremendamente apetecible y de primera selección, del cual deberíamos estar totalmente seguras que es 100% calidad.
Entonces, es cierto, primero tengo que ser la mujer de MI PROPIA VIDA, divertirme conmigo, conversar, reírme de las cosas que digo y hago, sentirme bonita y atractiva, sentir que tengo muchas virtudes para compartir, y defectos para aprender y continuar aprendiendo…tengo que ser capaz de “serme suficiente” , de que me baste mi compañía, de que me baste lo que soy, para así encontrarme un día con otro ser que haya sido suficiente para sí mismo y que no demande de mí cosas inalcanzables, ni que llene sus “vacíos” ni que haga por él lo que él mismo no fue capaz de hacer por sí mismo.
Transformémonos en las mujeres de nuestra vida primero, Dios se encargará de poner a nuestro lado un hombre que sea capaz de seguir siendo el hombre de su propia vida, pero estar dispuesto a que juntos seamos el uno para el otro, pero no como muletas, sino como un trampolín que nos lleva mucho más allá de lo que podemos alcanzar por nosotras mismas.
Autora: Poly Toro
Escrito para www.mensajesdeanimo.com