Caleb, el líder israelita de ochenta y cinco años, sobrevivió tras cuarenta años de peregrinación por el desierto. Él y Josué fueron los únicos líderes que quedaron de los doce, a quienes Moisés había enviado a espiar en la tierra prometida (ver Nm. 13—14). Dios había destruido a los otros diez debido a su incredulidad, junto con todos los israelitas de veinte años o más. Caleb llegó a su destino, largamente esperado, lleno de fe y entusiasmo, listo para conquistar su montaña (habitada todavía por los gigantes conocidos como Anakim) y totalmente persuadido de que Dios lo ayudaría.
Caleb demuestra que la vejez no tiene que ser la maldición que concibe la creencia popular.
Sobre el temor
La gerontofobia, el temor a envejecer, se origina en los temores básicos al dolor y a la muerte, a la soledad, a sentirse incapaz, a perder el control, y para muchos, en el temor a sufrir carencias. Con tantos aspectos de la vida que se ponen en riesgo, no es extraño que la vejez sea una fase muy temida.
Plan de acción
Alguien dijo una vez: “La edad es un tema de importancia. Si no te importa, ¡no es importante!”. Pon a prueba las sugerencias siguientes, a fin de cambiar tu perspectiva y comenzar a aceptar la verdad de que envejecer es un don.
Fortalece la conexión con tu Creador. Lee un pasaje de las Escrituras todos los días y medita sobre la fidelidad de Dios. Intenta conocer a Aquel con quien pasarás toda la eternidad.
Enfrenta la realidad de envejecer, pues has estado envejeciendo desde que fuiste concebido. De hecho, el día que naciste, ya tenías nueve meses de edad, siempre que tu madre llevara el embarazo a término. Envejeces segundo a segundo. Por tanto, alarmarse es tan inútil como preocuparse de si el sol se pondrá cada día; puesto que este hecho es inevitable e incontrolable. Las personas inteligentes, simplemente, hacen planes para disfrutar de la mañana, del mediodía y de la puesta de sol. Planean aprovechar al máximo cada etapa de su existencia.
Cuida tu salud. Los estudios demuestran que una buena salud es el factor principal a la hora de determinar el grado de felicidad en la vejez. Come sano y haz ejercicio regularmente. Darse algún capricho, de vez en cuando, forma parte de la vida, así que date permiso para romper alguna vez las reglas. Bebe mucha agua, toma tus vitaminas a diario y realiza chequeos médicos de rutina. Estos esfuerzos no garantizan más tiempo en esta Tierra, pero influirán en la calidad de tu tiempo en ella.
Vístete con estilo en cada momento de tu vida hasta donde tu presupuesto lo permita. Cuando luces bien, te sientes bien e inspirado. Cuidado: mantén en equilibrio tu deseo de ser atractivo. Piénsalo dos veces y, antes de someterte a una cirugía estética, haz lo que puedas en casa, porque, en algunos casos, pueden resultar francamente peligrosas. “Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, ésa será alabada” (Pr. 31:30).
Ten siempre una montaña que conquistar, un objetivo que conseguir. No tiene por qué ser algo grande a los ojos del mundo, solamente algo que desees hacer con tus manos y con tu mente. Eleanor Roosevelt dijo una vez: “No podría, a ninguna edad, ser feliz estando sentada junto a la chimenea y, simplemente, mirar”. Los proyectos proporcionan propósito y dirección. Mi amiga Esther Eutsey, con más de ochenta años, todavía asiste a todo tipo de clases que van desde la informática hasta la gestión del dinero. Además, trabaja de cuidadora oficial de gente bastante más joven que ella.
Relaciónate socialmente con gente más joven y mayor que tú, a fin de tener una perspectiva más equilibrada de la vida.
Mantén tu intelecto vivo, leyendo libros de diferentes géneros y haciendo crucigramas y actividades similares que te hagan pensar.
Trabaja en un legado de servicio. La madre Teresa de Calcuta solía decir: “El mundo está hambriento de nuestra ayuda y amor”. Cosecharás los beneficios del servicio que prestes a otras personas.
En lugar de obsesionarte con el pasado, busca maneras de crear nuevos recuerdos. De vez en cuando, celebra las fiestas de manera diferente, en lugares distintos, con gente distinta.
Haz todos los esfuerzos posibles por mantener una buena actitud, es un imán para la gente. Un espíritu negativo o crítico genera rechazo.
Mantén en orden tus asuntos financieros. Busca una persona de confianza para que ejecute tu testamento o alguien con poder notarial sobre tu voluntad en asuntos financieros y médicos. Si puedes pagarlo, contrata un seguro de cuidados médicos a largo plazo, mucho antes de necesitarlo realmente, a fin de poder permanecer en tu casa o tener acceso a una residencia de ancianos de calidad en tus últimos años. Si temes a la pobreza, busca consejería financiera para determinar qué decisiones importantes debes tomar para tener una buena calidad de vida en tu vejez.
Medita en porciones de las Escrituras que exalten el tema de envejecer, como el Salmo 92:13-14: "Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes".
- Tomado del libro - Controla tus temores en 30 días por Deborah Smith Pegues