Caleb, el líder israelita de ochenta y cinco años, sobrevivió tras cuarenta años de peregrinación por el desierto. Él y Josué fueron los únicos líderes que quedaron de los doce, a quienes Moisés había enviado a espiar en la tierra prometida (ver Nm. 13—14). Dios había destruido a los otros diez debido a su incredulidad, junto con todos los israelitas de veinte años o más. Caleb llegó a su destino, largamente esperado, lleno de fe y entusiasmo, listo para conquistar su montaña (habitada todavía por los gigantes conocidos como Anakim) y totalmente persuadido de que Dios lo ayudaría.
Sin miedo a envejecer
Caleb, el líder israelita de ochenta y cinco años, sobrevivió tras cuarenta años de peregrinación por el desierto. Él y Josué fueron los únicos líderes que quedaron de los doce, a quienes Moisés había enviado a espiar en la tierra prometida (ver Nm. 13—14). Dios había destruido a los otros diez debido a su incredulidad, junto con todos los israelitas de veinte años o más. Caleb llegó a su destino, largamente esperado, lleno de fe y entusiasmo, listo para conquistar su montaña (habitada todavía por los gigantes conocidos como Anakim) y totalmente persuadido de que Dios lo ayudaría.