Una de las cosas que me gusta mucho hacer cuando terminamos una conferencia es ir a un restaurante. Sentarme y comer una buena comida. Yo trabajo duro, y esa es una manera de relajarme. Una vez llamé a un restaurante e hice una reservación. Sonó como si hubieran tomado nuestra reservación pero, cuando estuvimos allí, nos encontramos con que no lo habían hecho. El restaurante estaba repleto, y tuvimos que esperar cuarenta y cinco minutos por una mesa. La irritación iba creciendo en mí, pero me dije a mí misma: Joyce, acabas de predicar y hablarle a la gente cómo comportarse en los momentos difíciles, así que pon en práctica lo que predicas. (¡Es asombroso cómo muchas veces, cuando usted habló de lo que cree, Satanás viene a rondarle y tomarle examen sobre el tema!)
Finalmente, nos sentamos y comenzamos a ordenar. La camarera vino con nuestras bebidas en una gran bandeja. El lugar estaba tan lleno, que golpeó accidentalmente la bandeja y volcó todas las bebidas sobre mi esposo, Dave. Él tenía un traje muy lindo, y quedó ensopado en agua, café, té frío y gaseosa. En ese momento, él podría haber estallado. Pero Dave fue muy amable con la camarera con respecto a toda la experiencia. Él le dijo: “No se preocupe por esto. Fue un error. Lo comprendo. Yo trabajé en un restaurante y una vez volqué un batido dentro del coche de un cliente. Él tenía un traje realmente bueno e iba camino a una cita. Yo sé cómo se siente usted. No se preocupe más”. Luego fue al gerente y le dijo: “No quiero que ella tenga problemas. El lugar está demasiado lleno. Ella está haciendo un buen trabajo; la falta no fue suya”. Él fue hasta el extremo para ser amable.
En mi corazón, dije: ¡Oh, gracias, Dios, gracias, gracias, gracias, porque no actué mal con respecto al problema! ¿Qué habría dicho ella —qué habría dicho con respecto a Dios, a los líderes, a los evangelistas de la televisión— si después de haberme escuchado predicar cada día en la televisión a Dave y a mí nos hubiera dado un ataque porque volcó las bebidas sobre él?
¿Sentí que iba a estallar? Para serle sincera, sí. La Biblia nunca dice que nuestra tentación de pecar muere o es echada fuera. Dice que porque Cristo murió por nuestros pecados, debemos considerarnos a nosotros mismos muertos al pecado. Y algunas veces eso significa aprender a bendecirlo a Él en todo tiempo, especialmente cuando las cosas no están yendo como quisiéramos.
—Tomado de La Biblia de la vida diaria, de Joyce Meyer.