“También vosotros ahora tenéis tristeza; pero os volveré a ver, y se gozará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestro gozo. En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.” (Juan 16:22, 23)
La Biblia nos enseña que Dios conoce todo acerca de nosotros, (Salmo 139:1-6). Él conoce nuestras necesidades antes de que se las pidamos, (Mateo 6:8, 32). Él nos ordena que pidamos.
Usted y yo no recibimos las cosas simplemente porque las deseamos. El decir muchas veces cosas como “me gustaría tener más dinero” o “me gustaría que este dolor de cabeza se fuera” o “me gustaría vivir sin miedo”, no es una petición divina.
De acuerdo a lo que leemos en Santiago 1:58, tenemos que pedir lo que necesitamos en fe, creyendo que hemos hecho una solicitud de los almacenes de bendiciones del Señor. En este pasaje de Juan 16, dicho por Jesús a sus discípulos antes de que fuera crucificado, Él claramente dice que no solamente tenemos que pedir creyendo, pero que lo tenemos que pedir en su nombre.
Eso no significa que debemos decir “en el nombre de Jesús” al final de cada cosa que digamos. Si no tenemos cuidado nos podemos convertir en unos religiosos que al abrir la boca solo sabemos decir “Aleluya”, “Alaba a Dios” o “En el nombre de Jesús”. Cuando esto pasa las palabras pierden su significado. De eso no era lo que Jesús estaba hablando. Él estaba hablando acerca de usar la autoridad de su nombre, como Él nos manda, para hacerse la voluntad de Dios en la tierra así como es hecha en los cielos. Él estaba hablando de presentarle a Dios, el Padre, una solicitud firmada por su Hijo para recibir lo que necesitamos para establecer Su Reino.
io, nuestros empleados ganan días de vacaciones. Es su derecho legal. Pero aunque legalmente les pertenece, ellos no pueden recibir sus vacaciones si no someten una solicitud. Usted y yo tenemos una herencia en los cielos, comprada y pagada por la sangre de Jesucristo, (Efesios 1:11, 12). Es nuestro derecho legal. Pero el problema es que no hemos sometido suficientes solicitudes.
Si un empleado de nuestro ministerio le entrega una solicitud a Dave, el supervisor de finanzas, y esa persona no recibe la autorización para tomar sus vacaciones, él va a venir donde Dave y le va a preguntar: “¿Perdiste mi solicitud? ¿Cuándo me van a otorgar lo que me pertenece legalmente?”.
Cuándo usted y yo sometemos una solicitud a Dios en el nombre de Jesús, y no recibimos lo que le pedimos en fe, entonces tenemos el derecho de preguntarle al Señor: “Padre, ¿te has olvidado de mi solicitud?”. Eso no es un atrevimiento, es fe. Es más, eso honra al Señor porque le deja saber que esperamos que Él sea fiel a su Palabra.
- Tomado del libro ¡Ayúdenme, siento miedo! por Joyce Meyer.