La Biblia nos dice que el corazón es de dónde surgen los asuntos de la vida. Lo que permitimos entrar en nuestro corazón afectará nuestros pensamientos, acciones e incluso nuestro cuerpo. ¡En otras palabras, la condición del corazón determina el curso de la vida de uno! Por eso Jesús, quien nos heredó su paz, nos dice: “No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”. Así que si queremos andar en su paz y su reposo, necesitamos guardar nuestro corazón y no permitir que caiga en pensamientos negativos, preocupación y temor.
¿Cómo te ves?
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La Biblia dice: “Cual es su pensamiento en su corazón, tal es él”. Esto significa que la manera en que te veas a tí misma determina tu salud física. Así que ¿cómo te ves en medio de tus síntomas, o después de escuchar el informe negativo de tu médico? Amada, la verdad es que a través de la obra consumada de Jesús en la cruz, eres completamente justa y estás completamente redimida de cada maldición de enfermedad. Eres la amada hija de Dios por el que Jesús hizo una obra completa para salvarte, sanarte y liberarte.
No te veas a tí misma como una enferma que trata de ser sanada. Eres justa, amada y sanada hija de Dios que está enfrentando algunos síntomas. ¡Ten ánimo! No hay enfermedad o condición que sea mayor que la obra perfecta y consumada que Jesús ha logrado para ti. ¡Declara lo que has sido hecha en Cristo y verás a tu cuerpo manifestar esta verdad!
La mujer de mi vida
Llegó a mí la foto que aparece al inicio de este devocional y me encantó. Me encantó porque tiene mucho que ver con algo de lo cual tengo una convicción muy profunda (y que lo compartí en otro devocional titulado “Piénsalo de otra manera”) y es que, para poder disfrutar de la vida con alguien, primero tengo que aprender a disfrutarla conmigo misma. Si pensamos en que viviremos un promedio de 80 años, esos 80 años los viviremos en compañía de nosotras mismas, por lo tanto, o aprendo a quererme y encontrarme extremadamente divertida y bella, o no me queda más que luchar conmigo misma por unos poquitos…80 años…No sé tú, pero creo que es preferible vivir con alguien que me parece agradable e interesante, que vivir con un ogro o amargada porque me carga lo que veo reflejado en el espejo.
Hijos lastimados
No puedo contar las veces en un llamado al altar en que una madre está de pie detrás de un joven, de edades entre ocho y trece años, pidiendo oración por un espíritu rebelde que está sobre el joven. A veces he sentido al Espíritu Santo diciéndome que le pregunte a esa madre: “¿Y cuándo se divorció usted del padre de este niño?”. Con frecuencia, la persona se ve sorprendida y dice: “¿Cómo lo supo?”.