En la antigüedad, la ropa de un bebé durante los primeros meses de vida era casi exclusivamente las fajas (Ezequiel 16:4). Después de ser lavados y salados, eran envueltos en un paño que les cubría todo el cuerpo. Algunos piensan que esto prevenía que las coyunturas y los huesos se deformaran, ya que impedían el movimiento. Del mismo modo, me gustaría considerar las fajas como una clase de protección que además de física, puede ser emocional y mental (si no existe, el pequeño está expuesto a daños permanentes en su mente y en sus sentimientos). Se podría decir que muchas mujeres han sufrido a causa de la desprotección, siendo niñas, y continúan padeciendo sus consecuencias en la adultez. Quizá, usted se encuentre entre ellas y pueda identificar, en este momento, los efectos de ese descuido.
Llena tu corazón y mente de la buena verdad de Dios
El Señor te ha dado la mejor computadora que se haya construido jamás: tu mente; ¡pero es asunto tuyo cómo la programes! De algo tiene que llenarse, sea bueno o sea malo, y tus reflejos están condicionados mentalmente para reaccionar de manera determinada según lo que hayas aprendido o experimentado. ¡Por eso es que difícilmente puede haber algo más importante que aprender de memoria la Palabra de Dios!
¿Por qué sufrir?
Tejedora REFLEXION, Reflexión cristiana de motivación, reflexiones cortas
"Bienaventurados los pobres en espíritu" Mateo 5:3
Jesús enseñó que el sufrimiento visto desde la perspectiva de Dios, se inclina a favor del oprimido y produce mucho bien al alma. Hay ciertas situaciones que a veces pensamos que nos ocasionan perdida, pero en realidad traen mucho bien a nuestra vida. Esta enseñanza aparece en el Sermón del Monte y en otras declaraciones del Señor: los primeros serán postreros (Mateo 19:30; Marcos 10:31; Lucas 13:30) y, el que se humilla será enaltecido (Lucas 14:11,18:14). Pero ¿por qué escogería Dios a los oprimidos para brindarles una atención especial?
Veamos algunos beneficios:
1. El sufrimiento nos ayuda a darnos cuenta de nuestra imperiosa necesidad de Dios y de la redención.
2. El sufrimiento nos ayuda a experimentar dependencia de Dios e interdependencia con otras personas.
3. El sufrimiento nos ayuda a distinguir entre las necesidades y los lujos.
4. El sufrimiento nos ayuda a invertir tiempo en Su presencia, porque en la desesperación clamamos a Dios.
Jesús enseñó que el sufrimiento visto desde la perspectiva de Dios, se inclina a favor del oprimido y produce mucho bien al alma. Hay ciertas situaciones que a veces pensamos que nos ocasionan perdida, pero en realidad traen mucho bien a nuestra vida. Esta enseñanza aparece en el Sermón del Monte y en otras declaraciones del Señor: los primeros serán postreros (Mateo 19:30; Marcos 10:31; Lucas 13:30) y, el que se humilla será enaltecido (Lucas 14:11,18:14). Pero ¿por qué escogería Dios a los oprimidos para brindarles una atención especial?
Veamos algunos beneficios:
1. El sufrimiento nos ayuda a darnos cuenta de nuestra imperiosa necesidad de Dios y de la redención.
2. El sufrimiento nos ayuda a experimentar dependencia de Dios e interdependencia con otras personas.
3. El sufrimiento nos ayuda a distinguir entre las necesidades y los lujos.
4. El sufrimiento nos ayuda a invertir tiempo en Su presencia, porque en la desesperación clamamos a Dios.
Aquiétate y sé fiel
En Hebreos 3:1,2, leemos que durante su vida terrenal, Jesús fue fiel al que lo nombró. Pero Jesús pasó algunos años de silencio. Después de su maravilloso nacimiento y bautismo profético, no volvemos a oír nada sobre Él hasta la edad de doce años, cuando fue hallado debatiendo con los maestros en el templo. Todo lo que se nos dice sobre estos años silenciosos es que “El niño crecía y se fortalecía; progresaba en sabiduría, y la gracia de Dios lo acompañaba” (Lucas 2:40). Después de eso, la Biblia no nos dice nada sobre qué ocurrió en la vida de Jesús, excepto que “Jesús siguió creciendo en sabiduría y estatura, y cada vez más gozaba del favor de Dios y de toda la gente” (Lucas 2:52).
Jesús pasó treinta años preparándose para un ministerio de tres años, un tiempo durante el cual Él fue fiel y obediente a sus padres terrenales tanto como a su Padre celestial. Fue durante esos años silenciosos que creció en fuerza, en sabiduría y en favor.
Jesús pasó treinta años preparándose para un ministerio de tres años, un tiempo durante el cual Él fue fiel y obediente a sus padres terrenales tanto como a su Padre celestial. Fue durante esos años silenciosos que creció en fuerza, en sabiduría y en favor.