Jesús enseñó que el sufrimiento visto desde la perspectiva de Dios, se inclina a favor del oprimido y produce mucho bien al alma. Hay ciertas situaciones que a veces pensamos que nos ocasionan perdida, pero en realidad traen mucho bien a nuestra vida. Esta enseñanza aparece en el Sermón del Monte y en otras declaraciones del Señor: los primeros serán postreros (Mateo 19:30; Marcos 10:31; Lucas 13:30) y, el que se humilla será enaltecido (Lucas 14:11,18:14). Pero ¿por qué escogería Dios a los oprimidos para brindarles una atención especial?
Veamos algunos beneficios:
1. El sufrimiento nos ayuda a darnos cuenta de nuestra imperiosa necesidad de Dios y de la redención.
2. El sufrimiento nos ayuda a experimentar dependencia de Dios e interdependencia con otras personas.
3. El sufrimiento nos ayuda a distinguir entre las necesidades y los lujos.
4. El sufrimiento nos ayuda a invertir tiempo en Su presencia, porque en la desesperación clamamos a Dios.
Aquellos que vemos nuestra pobreza y necesidad, aquellos que lloramos ante la injusticia y sufrimos haciendo la Voluntad de Dios somos bendecidos. Diariamente luchamos con nuestra autosuficiencia. En el momento del sufrimiento, es cuando debemos recurrir a alguien que nos fortalezca. No seamos personas autosuficientes, orgullosas, o altivas que vivimos la vida dependiendo de nuestra capacidad, talento, personalidad, discernimiento o conocimiento, porque todo esto es limitado y humano. Humillémonos y dependamos sobre todo del único Dios, que es Eterno, Altísimo, Todopoderoso, Omnisciente y que como dice el profeta, tiene “planes para lo bueno y no para lo malo, para darnos un futuro y una esperanza” (Jer. 29:11 NTV).
Reflexión: Cuanto más débiles nos sentimos, tanto más nos apoyamos en Dios.