En los tiempos del Antiguo Testamento, detener los pozos de agua con piedras era una de las armas utilizadas para vencer a los enemigos (vea 2 Reyes 3:19). Nuestro enemigo, el diablo, sigue utilizando hoy esa arma contra nosotros.
Creo que tú y yo nacimos abiertos y libres con capacidad para fluir. Pero con el tiempo, nuestro enemigo, Satanás, viene y comienza a arrojar piedras en el pozo de nuestro ser interior como piedras de abuso, sufrimiento, rechazo, abandono, incomprensión, amargura, resentimiento, autocompasión, venganza, depresión, desesperanza, y la lista continúa. Para cuando nos convertimos en adultos, nuestros pozos están tan llenos de piedras que están obstruidos y ya no fluyen con libertad en nuestro interior. De vez en cuando, podremos sentir un pequeño borboteo en nuestro interior, pero nunca parecemos experimentar la liberación total necesaria para que las aguas de nuestras almas vuelvan a fluir libremente.
Creo que tú y yo nacimos abiertos y libres con capacidad para fluir. Pero con el tiempo, nuestro enemigo, Satanás, viene y comienza a arrojar piedras en el pozo de nuestro ser interior como piedras de abuso, sufrimiento, rechazo, abandono, incomprensión, amargura, resentimiento, autocompasión, venganza, depresión, desesperanza, y la lista continúa. Para cuando nos convertimos en adultos, nuestros pozos están tan llenos de piedras que están obstruidos y ya no fluyen con libertad en nuestro interior. De vez en cuando, podremos sentir un pequeño borboteo en nuestro interior, pero nunca parecemos experimentar la liberación total necesaria para que las aguas de nuestras almas vuelvan a fluir libremente.