Esperar / Poesía de Daniel Muiño
¿Por qué murió?
¿Quién fue el responsable de la muerte de Jesucristo? Muchas personas no ven problema alguno en estas preguntas, y en consecuencia no encuentran difícil responderlas. Para ellos los hechos son tan claros como el agua. Jesús no 'murió', dicen; fue muerto, ejecutado públicamente como criminal. Lo mataron porque las doctrinas que enseñó aparecían peligrosas, hasta subversivas. Los líderes judíos estaban indignados por su actitud irrespetuosa hacia la ley y por sus declaraciones provocativas. Los romanos, que gobernaban Palestina, oyeron que se estaba anunciando como rey de los judíos; por lo tanto, estaba desafiando la autoridad del César.
Ante ambos grupos Jesús aparecía como un pensador y predicador revolucionario, y algunos lo consideraron también como un activista revolucionario. Era una amenaza tan profunda para el sistema establecido que decidieron deshacerse de él. Judíos y romanos llegaron a formar una alianza sacrílega para llevar a cabo sus planes. En el tribunal judío se lo acusó de blasfemia. Ante el tribunal romano se lo acusó de sedicioso. En un caso el cargo era teológico, en el otro la denuncia fue política. Pero ya fuera que su ofensa se considerara
dirigida contra Dios o contra el César, el resultado fue el mismo. Los líderes percibieron a Jesús como una amenaza contra la ley y el orden, y no podían tolerarlo. De manera que lo liquidaron.
Todo lo que se nos dice es que 'lo crucificaron': es decir, los soldados llevaron a cabo su horrible tarea. No hay indicios de que lo hayan disfrutado, ni sugerencia alguna de que hayan sido personas crueles o sádicas. Simplemente obedecían órdenes. Era su ocupación. Hicieron lo que tenían que hacer. Jesús se limitó a orar por ellos en alta voz, diciendo "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23.34).
Ante ambos grupos Jesús aparecía como un pensador y predicador revolucionario, y algunos lo consideraron también como un activista revolucionario. Era una amenaza tan profunda para el sistema establecido que decidieron deshacerse de él. Judíos y romanos llegaron a formar una alianza sacrílega para llevar a cabo sus planes. En el tribunal judío se lo acusó de blasfemia. Ante el tribunal romano se lo acusó de sedicioso. En un caso el cargo era teológico, en el otro la denuncia fue política. Pero ya fuera que su ofensa se considerara
dirigida contra Dios o contra el César, el resultado fue el mismo. Los líderes percibieron a Jesús como una amenaza contra la ley y el orden, y no podían tolerarlo. De manera que lo liquidaron.
Todo lo que se nos dice es que 'lo crucificaron': es decir, los soldados llevaron a cabo su horrible tarea. No hay indicios de que lo hayan disfrutado, ni sugerencia alguna de que hayan sido personas crueles o sádicas. Simplemente obedecían órdenes. Era su ocupación. Hicieron lo que tenían que hacer. Jesús se limitó a orar por ellos en alta voz, diciendo "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23.34).