En 1988, él llevo a sus hijos a Berlín Occidental, y les dijo: «Miren bien este muro porque, algún día, cuando traigan a sus hijos aquí, seguirá estando». Un año después no estaba más.
NUNCA DIGAS NUNCA
En 1988, él llevo a sus hijos a Berlín Occidental, y les dijo: «Miren bien este muro porque, algún día, cuando traigan a sus hijos aquí, seguirá estando». Un año después no estaba más.