Recuerda siempre que no tienes lucha contra sangre y carne. Si quieres vencer y ser victoriosa sobre los principados y potestades, aprende a prepararte en mi armadura. Abróchate mi cinturón de verdad en tu cintura, y ponte mi coraza de justicia. Afirma tus pies con el apresto del evangelio de la paz. Cuando te prepares para avanzar en la batalla contra Satanás y sus fuerzas demoníacas, toma el escudo de la fe, para poder apagar todos los dardos de fuego que el maligno y todo su ejército te disparen.
Ponte mi yelmo de salvación en la cabeza, y toma la espada de mi Espíritu, mi Palabra, en tus manos. Sobre todo, acude a mí continuamente, en cada circunstancia que afrontes, con tus peticiones de mi ayuda. Nuestra comunión continua te hará victoriosa en cada confrontación demoníaca con el enemigo.