El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor hecha fuera todo temor.1 Juan 4:8
“Cuando alguien sigue pecando, demuestra que pertenece al diablo, el cual peca desde el principio; pero el Hijo de Dios vino para destruir las obras del diablo.”
1 Juan 3:8
Jesús venció la muerte, y eso significa que también venció al diablo. ¿Sabías que esa es la razón por la cual Jesús vino a la tierra? La Biblia dice en 1Juan 3:8 que “el Hijo de Dios vino para destruir las obras del diablo.”
¿Cuál es la obra del diablo? Es perturbar tu corazón. Llenarlo con preocupación. Llenarlo de culpa. Llenarlo de resentimiento. Llenarlo con ira. Llenarlo con miedo. Llenarlo con confusión. Es susurrarte al oído que eres un inútil sin remedio ni esperanza.
Pero el miedo no viene de Dios. En 1 Juan 4:18 la Biblia dice: “El amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor” (NVI). De hecho, la Biblia dice “Dios es amor”. Así que cuando tienes miedo, eso no es de Dios porque en el amor no hay temor, y Dios es amor.
Muchos viven con el oculto temor de que Dios está enojado con nosotros. En algún lugar, alguna vez, en alguna clase de escuela dominical o programa de televisión nos convencieron de que Dios tenía un látigo colgado del hombro, una paleta en el bolsillo trasero, y que nos va a dar con todo si sobrepasamos la línea.
¡Ningún concepto puede ser más equivocado! El Padre de nuestro Salvador nos estima mucho y solamente desea brindarnos su amor.
He aprendido que el temor más grande en la mayoría de nosotros es el temor a la muerte. Satanás va a utilizar este miedo para manipularnos. Pero Jesús venció la muerte; destruyó la obra de Satanás. Y por eso, cuando lamentamos una muerte, nos lamentamos con esperanza. Porque sabemos que si ellos creyeron en Jesús, los veremos nuevamente en el cielo. Nos esperan allí, en aquel lugar donde todos fuimos diseñados para ir en primer lugar.
Tenemos un Padre que rebosa de compasión, un Padre tan sensible que sufre cuando sus hijos sufren. Servimos a un Dios que dice que aún cuando estemos presionados y sintamos que nada nos sale bien, Él nos espera para abrazarnos hayamos triunfado o no.
El no llega a nosotros peleando ni forzando su entrada en nuestro corazón. Llega a nuestro corazón como un cordero manso, no como un león rugiente.
En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros,
en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él.
1 Juan 4:9
Tomado del Libro Gracia Para Todo Momento - Max Lucado y rickwarren.org