Cuando las personas se llenan de malos pensamientos, se sienten mal, y he aprendido por experiencia personal que las personas deprimidas terminan deprimiendo también a los demás. Haz en forma regular un inventario personal y pregúntate: "¿En qué he estado pensando?". Tómate un tiempo para examinar los pensamientos que ocupan tu mente habitualmente.
Durante muchos años, verdaderamente creí que era infeliz debido a lo que los demás hacían o dejaban de hacer. Culpaba a mi esposo y mis hijos por mi tristeza. Pensaba que sería feliz si ellos fuesen diferentes, si fuesen más atentos para con mis necesidades, si ayudaran más en la casa. Al principio, era una cosa, y luego otra, durante años. Finalmente, enfrenté la verdad, y era que ninguna de esas cosas podría hacerme infeliz si yo adoptaba la actitud correcta. Eran mis pensamientos los que me hacían sentir miserable.
Te aliento a que pienses acerca de lo que estás pensando. Cuando cambies las cosas en las que permites que tu mente piense demasiado, estarás en camino de lograr una gran libertad, plenitud y victoria.
Fuente: La Biblia de la vida diaria, de Joyce Meyer