En los tiempos cuando Ester fue proclamada reina por el rey Asuero, su primo Mardoqueo, le advirtió el plan de Aman de matar a los judíos. ¿Cómo sabía su primo que Esther era la única que tenía el poder para detener dicha matanza? Simplemente, porque se lo reveló el Espíritu Santo.
Cuando nos preguntamos cómo tiene que ser una verdadera mujer de Dios, tenemos muchos versículos en la Biblia que describen a una mujer virtuosa. Pero, quiero detenerme en Ester, una mujer que rompió con los protocolos culturales puestos por el hombre y agregó a la lista de virtudes la de “valiente y desafiante”. Todo por salvar a su pueblo.
Quizás muchas mujeres estén pensando que hay ciertas cosas que no pueden hacer, o que de ciertas cosas no pueden hablar. Pero, quiero decirte que cuando Dios llama no ve si eres hombre o mujer, sólo ve una vasija dispuesta a ser usada.
Ester no lo pensó, solo creyó que para ese tiempo había nacido. Y puso toda su vida a disposición de esa convicción.
Mujer de Dios: ¿has llegado para una hora como esta?
Es tiempo de intervenir, de interceder, de obedecer al llamado de Espíritu Santo. La verdadera mujer virtuosa, no sólo atiende su hogar, sabe escuchar la voz del Espíritu y luego actúa.
¡Estamos en guerra! ¡La gente perece! El llamado de Dios descansa en vos, y cuando te pares frente a Él, en el día del juicio final el Señor no aceptará excusas como: “era una mujer y me dijeron que me callara”.
Fuimos llamadas a rescatar una generación marcada para morir. Al igual que Ester deberás tomar valentía, traspasar los atrios del rey y hallar gracia delante de Él.
¡El Señor está esperando que lo hagas! ¡Te conoce, sólo debes atreverte, creer, y El extenderá su cetro!
Autora: Cristina Ramírez de Quiroz