Existe también un tercer grupo de personas que, aunque viven vidas humildes y hacen lo que el Señor manda, pocas personas saben de ellos o qué tipo de impacto tienen en las vidas de los demás, y menos aún los consideran héroes. Algunas de estas personas son nuestros abuelos.
¿Con qué frecuencia se toma en cuenta el valor de nuestros abuelos? Cuando somos niños, ellos están ahí para cuidar nietos y consentirlos. Pero si son cristianos, su impacto en nuestras vidas va mucho más allá de una hora llena de diversión o un puñado de dulces. De hecho, sus contribuciones a nuestras vidas puede tener consecuencias eternas.
Mi abuela era una mujer notable. ¿Qué la hizo notable fue su fe en el Señor Jesucristo. Cuando era niño, me acuerdo de ella siempre cantando himnos y canciones de niños. Ella me enseñó que Jesús me ama, Jesús ama a los niños pequeños y muchas otras canciones. También habló con frecuencia sobre sus clases de escuela dominical y sobre los niños a quienes enseñó. Siempre había algo especial en ella que me picaba la curiosidad...
Más tarde, como adolescente rebelde, me encantaba hacerla molestarse, cuestionando su fe. Pero en lugar de gritarme, simplemente me mostró pasajes de la Biblia o, mejor, los citó de memoria, con pelos y señales.
Recuerdo que cuando yo decía buenas noches, ella estaría en la cama con su Biblia en su regazo releyendo lo que fue enseñado el pasado domingo o repasando lo que estaba por venir. Ella comparte la importancia de estudiar y explicar por qué cuando la gente dice que ha leído la Biblia y todo lo sabe, en realidad. La Biblia, dijo, no es para ser leída una vez y luego guardarla. Hay que leer y releer por el resto de tu vida.
Cuando tenía dieciséis años, la abuela vino a vivir con nosotros por un tiempo. Durante su estancia en nuestro hogar, asistió a la Iglesia Bautista local y yo iba con ella. Cada domingo, nos sentábamos y armonizábamos cantando los himnos. Este es mi recuerdo favorito de mi abuela. Me encantó cantar con ella, y realmente extraño esa parte de mi vida.
Cuando crecí, aprendí más sobre el Señor simplemente mirándola en los pequeños detalles, "perlas" como lo llamé. Con el tiempo, vi algo en ella que me faltaba: una alegría sin fin. "Perlas" que poseía, y sabía que sólo podía venir de conocer a Jesús. Así, con el deseo de tener lo que ella tenía, yo acepté a Jesús en mi corazón y fue bautizada poco antes de su cumpleaños ese año. Ella nunca lo dijo, pero estoy seguro de que era el mejor regalo de cumpleaños que jamás le di. Me di cuenta de la alegría que había en el Señor fue tan grande que tenía que compartirlo conmigo, y lo hizo.
Ella era un ejemplo vivo
¿Por qué es mi heroina de "Perlas"? Porque ella me enseñó mucho sin decir una palabra. Es increíble cómo una persona puede hacer una marca indeleble en tu vida. Las canciones infantiles que me encantaban de niña, son las mismas que les canto a mis propios hijos. Leer la Biblia y tener devociones con mis hijos me recuerda a la forma en que compartía gran parte de su fe conmigo. Y todos podemos aprender de su ejemplo de perdón, ya que supo tratar con respeto y cortesía a quienes le habían maltratado. Si alguien tenía motivos para aferrarse a la ira, era la abuela. Pero la Biblia nos dice que nunca dejemos que el sol se ponga sobre nuestro enojo. Esto significa: ¡déjalo ir! Mi abuela se aseguró de que esto fuera así en toda su vida. En vez de amargura, la abuela tenía un brillo en ella que sólo podía venir de conocer al Señor. El Espíritu Santo habitando en ella se convirtió en un faro para mí.
Gracias, Jesús por darnos a nuestros abuelos. Gracias por mi abuela.
Aunque hoy la deje ir, sé que un día nos reuniremos con ella y armonizaremos en el coro por toda la eternidad en la presencia del Señor.