El rostro es el reflejo del alma, y para un corazón angustiado, no hay cosméticos eficaces.
¿Qué hacer? ¿A quién recurrir?
En esos momentos de desesperación abundan las opciones. Algunas personas te recomiendan lo que a ellas les hizo bien, o lo que han oído que a alguien le resultó bueno. Los medios de comunicación también aconsejan sobre distintos métodos o disciplinas que prometen ayudarte a salir del dolor.
Hay quienes optan por "tapar" los verdaderos sentimientos por medio del consumo de drogas, alcohol o psicofármacos, los cuales adormecen los sentidos, pero sólo te sumergen más profundamente en el dolor y la angustia.
"Gran remedio es el corazón alegre, pero el ánimo decaído seca los huesos." Pr 17:22 Nuevamente me pregunto:
¿Qué hacer? ¿A quién recurrir?
Te cuento que hay dos clases de tristeza. Una es producida por Dios. Te preguntarás: "¿Dios me hace sentir triste?" Y tengo que decirte que sí, según dice la Biblia en 2 Corintios 7:10: "La tristeza que viene de Dios lleva al arrepentimiento y realiza una obra de salvación que no se perderá." Dios mismo permite que sientas tristeza por las cosas que vives que no son agradables a Sus ojos, ¡para que te arrepientas! El resultado de acercarse a Dios con arrepentimiento es recibir el perdón y el amor de Dios, ya que Él es un Padre amoroso dispuesto a perdonarte y restablecer los lazos que tú misma habías cortado. Él siempre estuvo allí, dio a su Hijo Jesús para que pague por cada una de tus faltas, y ahora, el Espíritu Santo está contigo para guiarte y no dejarte jamás.
El mismo versículo tiene una segunda parte, dice "Por el contrario, la tristeza que inspira el mundo provoca muerte." La otra tristeza es provocada por los acontecimientos difíciles, por el mundo, es decir, todo lo que está alejado de Dios y no proviene de Dios, pues sabemos que quien gobierna este mundo, no es el Señor sino su adversario el diablo.
Recurrir al Señor es la única salida para vivir libre de toda tristeza y de todo pecado. Conocer Su Palabra nos trae fe y nos trae libertad verdadera.
Que siempre recurras a Jesús... la fuente inagotable de gozo y paz.
"Todos nosotros a cara descubierta reflejamos la gloria del Señor como en un espejo y nos transformamos en la misma imagen, de gloria en gloria, a medida que obra en nosotros el espíritu del Señor." 2 Co 3:18