Sumergida en los próximos compromisos de la semana, dejo escapar una sonrisa recordando el último llamado de mi hija, mientras preparo el desayuno y pienso en qué prepararé para el almuerzo... de repente, la pregunta de mi marido me trae a la realidad:
-¿Qué estás pensando?
-Quisiera contestarte, pero es tanto...!
Y sí, las mujeres somos así, capaces de pensar en varias cosas a la vez. No sé si llamarlo virtud, pero sí es una característica que nos define. Mis dudas a que sea una virtud es que los pensamientos que tenemos no siempre son los mejores. Muchas veces me encuentro pensando en las posibilidades de que ocurra lo peor, o en la salud, qué tal si lo que tengo es una enfermedad maligna, y cosas por el estilo. No lo hago a propósito, pero me doy cuenta que pienso mucho más allá de lo que debiera.
Una de las mejores enseñanzas que recibí para contrarrestar esta práctica es este consejo bíblico
de Filipenses 4 versículo 8 que dice: "piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza". Para mí, este es el tamiz por el que pasar mis pensamientos. Cuando me descubro angustiada por lo que pienso, recuerdo estas palabras y me pregunto: lo que estoy pensando, es verdadero, es digno de respeto, es recto...? y así hasta encuadrarme en lo que la Biblia dice, y creerlo. Ahí mismo desecho el pensamiento.
-¿Qué estás pensando?
-Quisiera contestarte, pero es tanto...!
Y sí, las mujeres somos así, capaces de pensar en varias cosas a la vez. No sé si llamarlo virtud, pero sí es una característica que nos define. Mis dudas a que sea una virtud es que los pensamientos que tenemos no siempre son los mejores. Muchas veces me encuentro pensando en las posibilidades de que ocurra lo peor, o en la salud, qué tal si lo que tengo es una enfermedad maligna, y cosas por el estilo. No lo hago a propósito, pero me doy cuenta que pienso mucho más allá de lo que debiera.
Una de las mejores enseñanzas que recibí para contrarrestar esta práctica es este consejo bíblico
de Filipenses 4 versículo 8 que dice: "piensen en todo lo verdadero, en todo lo que es digno de respeto, en todo lo recto, en todo lo puro, en todo lo agradable, en todo lo que tiene buena fama. Piensen en toda clase de virtudes, en todo lo que merece alabanza". Para mí, este es el tamiz por el que pasar mis pensamientos. Cuando me descubro angustiada por lo que pienso, recuerdo estas palabras y me pregunto: lo que estoy pensando, es verdadero, es digno de respeto, es recto...? y así hasta encuadrarme en lo que la Biblia dice, y creerlo. Ahí mismo desecho el pensamiento.